El Reino Unido también prevé financiar con déficit la crisis por el Covid-19

En lo que parece el fin del Thatcherismo, el partido conservador ha dado luz verde al primer aumento del impuesto de sociedades desde 1974, un fuerte endeudamiento, y ayudas a empresas y empleados afectados por el COVID-19, afrontando un déficit del 17% para este ejercicio fiscal.

Economía - Internacional 28 de marzo de 2021 Editor Editor
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Por: Nicolás Salerno desde Madrid

Los países “serios”, forma peculiar de denominar al G7, uno a uno van dando un giro copernicano en sus políticas económicas, especialmente en materia fiscal y de déficit cero. La semana pasada comentábamos como Alemania apunta a la industria y el fin del déficit cero para salvar su economía. Esta semana nos hemos enterado que el gobierno conservado de Boris Johnson ha presentado presupuestos fuertemente expansivos y piensa transitar la misma senda.

En efecto, el otrora imperio británico atraviesa una crisis económica y sanitaria sin igual desde la segunda guerra mundial, la cual ha traído para el inquilino de Downing Street 10 la ventaja de maquillar las primeras consecuencias del Brexit que, si algún lector estuvo distraído, tuvo efectos plenos desde el primer día de este año, a pesar qué un año atrás ya había comenzado parcialmente. “El destino de este gran país se encuentra ahora ya firmemente en nuestras manos. Asumimos este deber con motivación, y con el interés de los ciudadanos británicos siempre en nuestro corazón” afirmo Johnson ese día. 

Las estadísticas muestras que ese mismo mes, las exportaciones cayeron un 56% a Alemania, 20% a Francia y 70% a Italia. Resta por ver si estamos ante una coyuntura de eventos desafortunados o nueva normalidad.

Gaste hoy, pague después

El ministro de hacienda, Rishi Sunak, ha presentado a la cámara de los comunes (un equivalente a la cámara de diputados) una bomba para la concepción del partido conservador y para el espíritu inglés; ha prorrogado la totalidad de ayudas para empresas y empleados afectados por la pandemia por un monto estimado de 76.000 millones de euros, mientras que la deuda pública crecerá en 700 mil millones de la misma moneda. En este contexto, la previsión del déficit es de un descomunal 17% del PBI. El mayor desde 1944.

Pero si de batir récords cronológicos y de contrasentido a la afiliación ideológica partidaria se trata, el gobierno no se ha detenido allí. Contempla a partir de 2023 la mayor subida de impuestos desde 1993 y la primera de los últimos 50 años que afecta a las empresas, en lo que parece ser el fin de la era Thatcher, institucionalmente vigente en materia fiscal. En ese contexto, el impuesto de sociedades pasa del 19% al 25% y el mínimo no imponible para tributar el impuesto a las rentas de las personas físicas (similar al impuesto a las ganancias), se congela, lo que ante previsibles aumentos de salarios para incentivar el consumo, impactará sobre estos, achicando la población de exentos. 

Con todo este paquete contra cíclico, Sunak espera que el 2021 la economía crezca un 4,1% y el 2022 rebote hasta el 7,3%, aunque luego regresaría a un modesto 1,6% promedio hasta 2025.

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Lo que no esta claro aún es como las tensiones no resueltas por la frontera en Irlanda del Norte afectarán al comercio con la Unión Europea y si deberán habituarse al gasto público como un instrumento más que puede acompañar los ciclos económicos de economías con menos exportaciones, o si encontrarán los instrumentos que les permitan hacer gala de su modelo de nula participación pública. De momento, el thatcherismo ha entrado en terapia intensiva.

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