¿Por qué los productores porcinos trabajan “a pérdida”?

Un informe señala que en junio se profundizó la brecha entre los costos de producción y lo que cobra el chacarero por kilo vendido. Qué se espera para el segundo semestre en relación a los precios y el consumo. El impacto negativo de la reforma impositiva

Política - Agro29 de julio de 2018EditorEditor
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Cuando en cualquier empresa los costos superan a los ingresos, algo anda mal. Eso es lo que está sucediendo con los productores porcinos, según el último informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL). El trabajo concluye que en junio se profundizaron los márgenes negativos en las granjas de producción intensiva de cerdos. Y esto parece no tener techo, al menos por ahora.

De acuerdo al análisis de la entidad que depende de la Fundación Mediterránea, "luego de márgenes positivos y firmes durante todo 2017, los números se han deteriorado sensiblemente en lo que va de 2018, sin piso hasta junio. Sucede que los costos se han movido mucho más rápido que los ingresos. Por caso, los primeros subieron más del 60% en el período junio 2017-junio 2018, mientras que los segundos sólo el 21%", afirman. Para realizar el relevamiento, el IERAL monitorea la evolución de márgenes económicos en distintas tipologías de granjas de producción intensiva de cerdos, distinguiendo entre establecimientos según niveles de eficiencia, escala y ubicación.

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Por caso, en el sexto mes del año una granja de 250 madres y eficiencia baja, ubicada en el Sur de Córdoba, muestra un margen neto (ingresos menos costos) de (-$6,80) por kilo; y si el establecimiento está ubicado en la zona de Rosario, la pérdida es de (-$8,30) por kilogramo. Por otra parte, el trabajo destaca que si no se imputan las amortizaciones, la pérdida en este tipo de granjas rondaría los (-$2,10) y (-$3,60), por kg, respectivamente.

En tanto, los establecimientos de mayor escala y eficiencia, y alejados de Rosario mantuvieron sus márgenes en terreno positivo hasta mayo, pero cayeron en junio. La granja de 500 madres y alta eficiencia ubicada en el sur cordobés tuvo margen de equilibrio por kilo en junio de este año, mientras que el saldo dio positivo en  $3,20 si no se descuentan amortizaciones. Y la misma tipología de granja pero emplazada en Rosario perdió dinero, con un margen neto de (-$1,30) por kilo producido, y $1,90 si no repone capital depreciado.

Crisis tras crisis

Una de las últimas crisis que vivió la producción porcina se registró en 2016, principalmente por dos factores: una devaluación del 40% producto de la salida del cepo cambiario impuesto por el anterior gobierno que se extendió de 2011 hasta fines de 2015 y que llevó la cotización del dólar de los $10 a los $ 14; y la eliminación de las retenciones a los granos (salvo la soja y derivados que continuaron con un esquema diferencial) que generó un fuerte aumento en el precio del alimento para los animales. Los analistas de IERAL consideran que "esta crisis estaría siendo ya más profunda que la del 2016″.

El informe señala que en el primer semestre de ese año un establecimiento de menor escala y baja productividad del sur de Córdoba acumuló cinco meses consecutivos de márgenes negativos, una cantidad de meses similar a la que ya lleva este año. Además, el trabajo indica que a mediados de 2016 el margen neto, medido a precios de hoy, era de (-$5,30) por kg, lo que representa una pérdida un 20% frente a junio de este año con un "rojo" de (-$6,80) por kg. En el caso de la granja de mayor escala y alta productividad, hace dos años a esta altura, el margen neto era levemente positivo con 90 centavos de peso, mientras que este año se ubica en la línea de flotación.

En diálogo con Infobae, el economista del IERAL, Juan Manuel Garzón, estimó que julio también va a seguir la tendencia a la baja "por lo que vamos a tener seis de los siete primeros meses del año con márgenes negativos, al menos un mes más de lo que se vivió hace dos años", advirtió. El analista estimó que "la crisis se puede extender un par de meses más porque estamos viendo que los costos siguen subiendo; y por el lado de los ingresos, observamos que el consumidor está un poco renuente a aceptar mayores precios, por lo que se sigue dando esta ecuación de precios estables y costos al alza".

Garzón explicó que, respecto de las variables macroeconómicas, entre una crisis y otra,  hay situaciones similares. "Como en 2016, este año también tuvimos una fuerte actualización del tipo de cambio, hubo suba de precios internacionales de los granos que agravó los precios internos y, además, hace dos años se registró una fuerte contracción de la actividad económica, con pérdida de poder adquisitivo ya que los salarios no lograron ganarle a la inflación, y es probable que este año pase los mismo", lamentó.

El hombre de la Fundación Mediterránea, destacó que el crecimiento que registró la economía en el primer trimestre de 2018 se viene mostrando señales de una clara desaceleración. "Se descuenta que en los próximos meses haya un desarrollo de la economía menor al esperado", afirmó Garzón y recordó que "en abril y mayo ya hubo caída en la actividad. Este año se está pareciendo mucho al 2016 en cuanto a la caída de la economía. No es el mejor contexto cuando tenés que vender un alimento de consumo masivo como es la carne de cerdo", dijo.

Estado de situación

La porcina es la tercera de las carnes en la preferencia del consumo de los argentinos con unos 15 kilos anual per cápita, detrás de la bovina y la aviar (con unos 58 kg y 45 kg por habitante por año, respectivamente), mientras que la ovina queda muy lejos con apenas 1,2 kg. Según la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP), hay en el país unos 4.300 productores pequeños y medianos; sin embargo la actividad está tan concentrada que  sólo 30 empresas concentran el 30% de la producción total, cifras que acompañan la tendencia mundial, donde 27 grandes firmas se quedan con el 27% de la torta porcina del planeta. Las principales provincias productoras son Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.

Para tener una magnitud del desarrollo de la actividad en el país, hay que considerar que en 2007 se faenaron 3,2 millones de cabezas con una producción de 276 mil toneladas; mientras que diez años después los cerdos faenados superaron los 6,4 millones y lo producido fue poco más que 566 mil toneladas, con una tasa de crecimiento para ambas variables del 100 y 105%, respectivamente; lo que se traduce en un ratio de desarrollo del 10% anual. En tanto, el consumo por cada argentino al año pasó de 7,9 kilos en 2007 a 14,1 kilos una década después, representando un incremento del 86%. La AAPP proyecta para 2018 una producción de 587 mil toneladas con una faena superior a los 6,5 millones de animales.

Desde la Asociación sostienen que la producción primaria en la cadena porcina es más eficiente que la industria y consideran que hacen falta inversiones para alcanzar un mayor nivel de tecnificación. Según el flamante presidente de la entidad, Daniel Fenoglio, el negocio porcino tiene una baja contribución marginal por el peso de los costos; y aclaró que la diferencia entre un productor grande y uno chico no está en el tamaño de la empresa, sino en la eficiencia del negocio.

Sobre este punto también se expresó Garzón quien coincide con Fenoglio: "La eficiencia es clave. Hay mucha diferencia entre granjas: se puede tener un establecimiento con 500 madres con desempeño más bajo que una de 300. Pero si se quiere llegar a determinados niveles de productividad, no se puede bajar de las 200 hembras, porque habría muchas tecnologías que harían más eficiente el negocio que, por una cuestión de rentabilidad, no se podrían aplicar por los altos costos".

Eficiencia e importaciones

Durante la presentación de la cadena porcina en la Semana de las Carnes que se celebró durante la Exposición Rural de Palermo, Fenoglio manifestó que una de las principales preocupaciones del sector, son las importaciones. "El problema está en los cortes que ingresan que son, justamente, los que el productor local le saca más rentabilidad. Si se importara media res los empresarios tendrían los mismos costos adicionales de desposte que tiene el frigorífico nacional", se quejó el dirigente.

Cabe recordar que el pico máximo de cerdo importado se alcanzó en 2011 con el ingreso de casi 55 mil toneladas, lo que se redujo un 83,8% a 8.900 toneladas en 2014. A partir de ese piso comenzaron a subir nuevamente a un ritmo significativo: 12.300 tn en 2015 (+38%), 27.600 tn en 2016 (+124%), 38.400 tn en 2017 (+39,1%) y se proyectan 44.600 tn hasta fin de año (+16,1%).

Así como las importaciones fijaron un piso en 2014 también lo hicieron las exportaciones. Ese año la Argentina le vendió al Mundo unas 4.600 tn, un año después 8.300 tn (+80%), en 2016 se exportaron 11.900 tn (+43,4%), 2017 se fueron 15.800 tn (+32,8%), y para 2018 se esperan comercializar casi 12.900 tn (-18,3%), perdiendo poco más de la mitad de lo que se había ganado el año pasado.

Para Garzón, "un país productor de granos, harinas y otras carnes competitivas, no debería tenerle miedo a la importación desde ningún país. Brasil es un gran productor y exportador de carne de cerdo. Para competir, es necesario tener la escala y la eficiencia que tiene el país vecino. Actualmente está teniendo precios de cerdo más bajos que los de la Argentina (U$S 0,90 contra U$S 1,10) y eso es una amenaza permanente", describió.

"El punto es que nosotros podemos producir con la misma competitividad que los brasileños, pero hacen falta condiciones que son exógenas al eslabón primario que están relacionados con el acceso al crédito, la infraestructura y las condiciones macroeconómicas estables", explicó el representante de IERAL. Para el economista, las importaciones no le quitan tanto mercado interno pero le ponen un techo a los precios. "Cuando un retail tiene que evaluar si compra a un importador o a un productor nacional, está comparando precios. Y es ahí donde encuentra valores más competitivos en la mercadería importada que en la nacional. La última devaluación va a ayudar un poco a frenar las importaciones por la suba de los precios de la mercadería extranjera", evaluó.

Carga impositiva

La AAPP estimó que en junio de 2017 el costo de producción de un kilo de capón fue de $ 18,31 mientras que el precio de venta alcanzó $ 23,81 dejándole al productor un margen positivo de $ 5,49. Este año, al chacarero se le invirtió la ecuación: el costo se incrementó 66,8% alcanzando los $ 30,55, al tiempo que el precio de venta tuvo un promedio de $ 28,49 (+19,6%). Sin embargo, el resultado fue negativo en $ 2,06. A esto hay que sumarle un factor que también analiza el IERAL y es el saldo técnico de IVA, impuesto que bajó en febrero pasado del 21% al 10,5%, y le generó al productor una "pérdida" adicional de (-$ 1,39).

Para la Fundación Mediterránea, las granjas evaluadas en junio de 2018 "se encuentran con saldos negativos de IVA (a favor del productor) en su operatoria habitual, con valores que van desde -$0,12 por kilo producido en la situación más favorable (Granja de 500 madres y eficiencia alta que dispone del maíz y elabora expeller de soja a fasón y se encuentra alejada del puerto) y hasta los -$1,96 por kilo en el caso más desfavorable (Granja de 250 madres y eficiencia baja radicada en Rosario que adquiere maíz y expeller de soja en el mercado)".

"Contrariamente a lo esperado, esta reducción generó un problema para los productores cuando tienen que adquirir insumos con un IVA del 21%, porque cuando vende el capón lo hace recibiendo el precio con la mitad del impuesto. El IVA que se paga en los insumos es el doble que el impuesto que el productor termina cobrando en las ventas", explicó Garzón.

"Para el productor termina siendo un costo, hasta que lo recupera meses después a través del sistema impositivo vía reintegros. Como los márgenes de las granjas están muy bajos o negativos, este desfase está generando desfinanciamiento porque el hombre de campo está adelantando los montos del IVA al fisco por un monto superior al que está recuperando cuando vende su producción", detalló el economista del Instituto.

Mercado interno

Por último, Garzón se refirió a los precios en el mercado interno y advirtió que la dinámica de producción bovina provoca una fuerte competencia con la carne de cerdo, "lo que genera que el consumidor tenga mucho para elegir, y los precios de las carnes no reaccionan y tampoco el valor de los animales, es una cadena", afirma el analista, que agregó que "las carnes siguen estando baratas en el mercado interno, y es un problema para los porcinos. Cuando la carne vacuna está barata, el consumidor se inclina a ese producto y perjudica a las denominadas substitutas", subrayó.

No obstante, Garzón señaló que "la carne bovina está teniendo una vía de escape con las exportaciones y eso da una expectativa para que en cualquier momento reaccione el precio de la hacienda. En cambio, como la cadena porcina todavía no es exportadora, la devaluación le pega por el lado de los costos pero le juega en contra por el lado de los ingresos", dijo. Según su razonamiento, una cuestión a resolver es cómo hace un país para absorber los volúmenes crecientes de producción de cerdo con una tasa del 10% anual, es decir, cómo lograr que las familias argentinas consuman cada vez más este producto.

El analista del IERAL recordó que el consumo de proteína animal en el país está "al tope" con 120 kg entre las diferentes carnes (bovina, porcina, aviar y ovina). "El futuro pasa por robarle unos kilos a la carne bovina en el mercado interno, vía exportaciones, para que la carne de cerdo ocupe más lugar en las góndolas. Y por otro lado desarrollar la exportación. La mayoría de los principales productores de carne porcina son también grandes exportadores, y la Argentina tiene que sumarse a ese pelotón", afirmó.

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