Los laboratorios esperan por Fernández mientras bancan la transición

La mesa chica de los nacionales de CILFA se entusiasma con el perfil “industrialista” del candidato, luego de una relación tormentosa con Cambiemos. La negociación por los precios.

Política 27 de agosto de 2019 Colaborador Colaborador
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La devaluación trastocó la estabilidad general pero sobre todo los precios. “No los podemos bajar, pero nos comprometemos a no subir más de lo que aumentamos”, le dijo un importante empresario de la cámara de laboratorios nacionales CILFA al secretario de Salud, Adolfo Rubinstein. La industria subió los precios entre 10% y 15% con una devaluación superior al 25%, pero el Gobierno reclamó retrotraer los valores, algo que consideraron “imposible”.

“Tenemos un mercado que cayó más de 10% en ventas en unidades, podemos ayudar conteniendo pero no volviendo atrás”, dijo otro de los CEOs del remedio al secretario, con el que negocian de manera más fluida y menos conflictiva que con el ahora secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, cuando ocupaba un alto cargo en la Jefatura de Gabinete. Los laboratorios lejos están de ser carmelitas descalzas, pero los últimos años fueron negativos.

Esa relación tormentosa con Cambiemos, que impactó en los negocios y hasta tuvo amenazas de importar medicamentos de China e India, se transformó después de las PASO en una conversación incipiente al albertismo. Muchas de las empresas de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) financiaron la candidatura de Mauricio Macri en 2015, pero ahora se aferran a lo que denominan “un perfil industrialista” del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández. La mesa chica, que entiende que la elección no tiene vuelta atrás, está integrada por Hugo Sigman (ELEA), los Sielecki, Sebastián Bagó, los Roemmers y Gador, la firma que comanda Alberto Álvarez Saavedra, vice de la Unión Industrial Argentina (UIA).

¿Qué los acerca a Fernández? Como a todo el Círculo Rojo, el discurso moderado y pro empleo -cuentan-, que “desdibuja esa idea de que viene (Nicolás) Maduro”. El fantasma de Venezuela, más cosmético y electoral que real en los hechos previos, es la duda central que se va corriendo de la cabeza de los empresarios nacionales.

El albertismo tiene una ventaja técnica en el vínculo con los que producen remedios, ya que cuenta con dos interlocutores de mucho peso que juegan fuerte en la articulación. El ex ministro de Salud de Néstor Kirchner, Ginés González García; y el gobernador de Tucumán y también ex titular de la cartera sanitaria, Juan Manzur.

El tucumano es un activo relacionista del sector y apreciado por todos. En los primeros años del gobierno de Cambiemos, armó en su casona de las afueras de Tucumán un asado masivo en el que juntó a todos los CEOs con Felipe González, ex presidente de España y amigo de Manzur. En aquel almuerzo, el vino tinto lo puso Bagó. Manzur no será ministro y tampoco Ginés, pero son los garantes del plan Fernández para un sector que tiene inconvenientes que van más allá de la recesión. Uno en especial es el de validación de recetas con el PAMI, un negocio que ocupó a Sergio Cassinotti, titular del PAMI, y a la empresa Farmalink.

La conversión moderada hacia el albertismo tiene también una raíz política por diferencias y tratos malos de Cambiemos al sector. El primero, la denuncia penal que impulsó la diputada Elisa Carrió cuando apuntó a la cúpula de CILFA por “especular" con el dólar en aquella corrida de 2018. La mayor parte de los CEOs quedaron golpeados por esa causa y sólo enderezaron el vínculo cuando asumió Dante Sica en el Ministerio de Producción. Pero volvieron a defraudarse cuando percibieron el escaso poder de decisión del funcionario, que asumió casi sin recursos.

Si bien no saben cómo gobernará Fernández, contactos que tuvieron con el búnker de la calle México les permiten ver que “habrá un enfoque en las pymes y en la producción nacional”. El detalle no es menor: buena parte de las empresas tuvo que despedir, cerrar o concursarse.

Fuente: Letra P

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