Crítico: 4 de cada 10 cervecerías artesanales cierran por el coronavirus

Aquellas marcas que no cuentan con logística ni exposición en góndolas de grandes supermercados tratan de sortear la crisis por el Coronavirus. Son empresas que viven de la venta directa a bares o lugares especializados.

Economía - Empresas 16 de junio de 2020 Colaborador Colaborador
20170213 - Cerveza-artesanal

El confinamiento social obligatorio forzó a bares y restaurantes a cerrar sus puertas. Además de verse profundamente afectado el sector gastronómico, otros rubros relacionados han sufrido enormes pérdidas.
Las grandes marcas de bebidas alcohólicas gracias a su logística, red de distribución y convenios de marketing en supermercados pudieron sostener cierto volumen de ventas, aunque fuese en niveles inferiores a periodos pasados.
 

Su supervivencia no dependía exclusivamente de la venta directa en polos gastronómicos. Pero existe un conjunto de empresas fabricantes de estas bebidas que sin contar con infraestructura de gran envergadura se vio notablemente afectado. Son los productores de cerveza artesanal y las bodegas familiares. Pequeños y medianos productores que no cuentan con la logística, ni la capacidad de distribuir sus productos, siendo su negocio la venta directa a intermediarios, tales como vinotecas, bares o locales gastronómicos.

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Cervecerías artesanales

Las cervecerías artesanales fueron un “boom” que explotó hace aproximadamente tres años en todas las grandes ciudades de Argentina. Para 2018, sólo en el barrio de Palermo había más de 200 locales de este estilo. Las cervecerías artesanales fueron gravemente afectadas, ya que la venta (casi exclusiva) se realizaba a bares donde se servía la cerveza tirada directamente desde el barril.

“Nosotros teníamos un 98% de ventas en barriles a bares. Un gran grupo de cerveceros artesanales tuvieron que cerrar definitivamente. Al comienzo estimé que el 50% podía aguantar 30 días con las puertas cerradas, considerando que muchos cerveceros venían con deudas atrasadas. Hoy el porcentaje de cervecerías artesanales que cerraron de manera definitiva durante la pandemia es entre 35% y 40%, y pensamos que esto va a seguir empeorando”, aseguró Martín Vicente Pepe, dueño de la cervecería artesanal Taira y Presidente de la Cámara Bonaerense de Cervecerías Artesanales.

Si bien en Argentina hay ciudades más cerveceras que otras, poniendo a Santa Fe, Mar del Plata, La Plata y Córdoba entre los principales polos cerveceros de nuestro país, en el mundo no estamos ni cerca de ser los principales consumidores de esta bebida. República Checa es el país que más consume cerveza del mundo con 137.3 litros por habitante al año. El ranking lo siguen Polonia con 98.06 litros y Alemania con 95.5 litros. En Argentina, estamos lejos de esos índices de consumo con un promedio de 45 litros, casi tres veces menos que el principal consumidor del planeta.

Según el Ministerio de Producción, los fabricantes de cerveza artesanal representan el 3 % del marketshare de la bebida en la Argentina. Para tener de referencia, la Cámara Bonaerense de Cervecerías Artesanales estima que una cervecería artesanal importante produce más de 1.500 litros de cerveza mensuales.

Desempleo

El gran problema es la cantidad de personas que se perjudican por el cierre de su fuente de trabajo. Si bien el número de producción parece pequeño en comparación al porcentaje total, por ser un trabajo artesanal, mucha mano de obra es indispensable para su funcionamiento, lo que se traduce en miles de puestos de trabajo.

“Una cervecería artesanal emplea entre 4 y 5 empleados. Entre todas las cervecerías artesanales nosotros empleamos 7.500 empleados de forma directa en el país. Quilmes y Heineken, líderes en el rubro, emplean un promedio menor que el nuestro con el 97% del mercado. Relativamente, tenemos más empleados que las cervecerías industriales porque una cervecería artesanal no tiene la automatización de una industrial y mucho de los procesos son manuales. Paradójicamente, como resultado tenemos más empleados que las cervecerías más grandes con sólo el 3% del mercado”, afirmó Martín Vicente Pepe.

Por no contar con la logística, ni la red de distribución necesaria, la venta cayó drásticamente y el Estado está ausente frente a la problemática de estos productores. “En mayo de 2019 nuestras ventas aumentaron un 20% respecto a mayo 2018. Este año vendimos el 8% del año pasado, así que un desastre. Muchos de los insumos que necesitamos son importados y dependemos de un dólar que no para de subir. Nos perjudica porque no entramos en ninguna línea de crédito por parte del Estado”, enfatizó Martín.

A pesar de los problemas, la cervecería artesanal Taira buscó reinventarse con la venta online y la distribución a comercios cercanos que aceptaron sus productos. “Yo antes vendía a otras localidades y ciudades pero por el Coronavirus comenzamos a hacer una venta más local, no quedó otra. Me vi obligado por la pandemia, no fue una opción. Utilizamos mucho las redes sociales para vender, hubo que reinventarse y comenzar a embotellar”, contó el dueño de la cervecería.

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Bodegas familiares

Las bodegas familiares, muy ligadas al sector gastronómico y la venta a vinotecas se vieron igualmente afectadas por el Coronavirus y el confinamiento social obligatorio. Sin embargo, buscaron el modo de reinventar el negocio y darle importancia a herramientas tecnológicas que hasta el momento estaban casi sin uso.

“Teníamos focalizada nuestra venta en el canal gourmet o en vinotecas, y no en cadenas masivas. Nosotros dependíamos bastante del sector gastronómico pero pudimos compensar con la venta online. Aumentó la venta a particulares de manera digital y cayó la venta a restaurantes. Además, se cortó la cadena de pago con esos clientes. De un día para otro, se paralizaron las ventas y, si bien nosotros teníamos desarrollado el comercio electrónico, no tenía tanta fuerza pero ya tenerlo fue lo que nos salvó. Aunque parezca increíble las ventas online aumentaron casi un 3.000%”, afirmó el enólogo Alejandro Roca, presidente de la bodega y viñedos Alfredo Roca ubicados en San Rafael, provincia de Mendoza.

Si bien la bodega distribuye en varias provincias de nuestro país, la mayor parte de su producción se exporta. “Exportamos el 70% de nuestra producción y el 30% lo destinamos a comercio doméstico. Vendemos a Brasil, Estados Unidos, México, Perú, Ecuador, Inglaterra y China, entre otros. Alcanzamos 13 mercados en el mundo y para nosotros es importante porque tenemos muy presente que somos una empresa familiar sin un equipo de comercio exterior grande”, dijo Roca.

En otro contexto de crisis local la exportación hubiera sido un negocio que le hubiera permitido mantenerse a flote, pero en este contexto de pandemia mundial, las ventas disminuyeron en todo el mundo y se hizo más difícil para las bodegas medianas las entrega de los productos sin contar con la logística adecuada. Los medios de entrega tradicionales estaban colapsados o fuera de funcionamiento.

A pesar de ser una empresa que exporta a muchos países del mundo, el sello familiar es la calidad que está siempre presente y por eso todo el proceso se cuida al detalle. “Se administra el negocio siempre con una proyección de calidad, no buscamos crecer en los mercados abruptamente sino que se van haciendo los mercados con la trayectoria y el tiempo teniendo siempre como principal objetivo la calidad”, aseveró con convicción Alejandro Roca.

A pesar de tener el foco en la venta al exterior, la venta a nivel nacional está bien orquestada y se realiza por medio de distribuidores principalmente en: Capital Federal, San Rafael, Córdoba, ciudades de La Pampa, San Luis, parte del interior de Bs As, Rosario y Santa Fe. “Nosotros tuvimos que afrontar un desafío mayúsculo por no estar en los grandes centros masivos de venta. En las grandes bodegas que tienen fuerte presencia en las cadenas de supermercados, las ventas crecieron por un tema de aprovisionamiento que fue similar a las ventas que suelen tener a fin de año. En algunas localidades se prohibió el consumo de alcohol, y recién ahora se está liberando”, contó el enólogo y presidente de la bodega.

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Durante la pandemia salió una prohibición de venta de productos alcohólicos hasta en 50 localidades de nuestro país. “La ley seca”, como la llamaron algunos medios, afectó a diferentes localidades del interior de las provincias. Los municipios afectados por la norma fueron de las provincias de La Rioja, Salta, Catamarca, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Neuquén, Misiones y Río Negro.

Así como las cervecerías artesanales, las bodegas familiares no cuentan con una gran logística y tuvieron que aprender a trabajar con empresas externas para poder cumplir con la demanda online. “El problema de Argentina es la logística. El vino no es fácil para manejarlo, algo frágil, de peso y el sistema colapsó. Creo que la logística fue el talón de Aquiles de la pandemia en todo el mundo”, concluyó Alejandro Roca. La logística fue la debilidad que sufrieron aquellos que a pesar de la pandemia supieron reinventarse de la mano de la tecnología, para no darse por vencidos con el virus y seguir produciendo.

Fuente: Ámbito