La historia del Coyote y el Correcaminos

#PanoramaEconomico por Emmanuel Alvarez Agis director de la consultora PxQ

Política - Opinión 26 de marzo de 2019 Editor Editor

Por cuarta vez en su mandato (el segundo semestre; lo peor ya pasó; no hacemos más pronósticos) el gobierno de Cambiemos afirma que la actividad tocó piso, que la inflación baja y que la economía se comienza a recuperar. En el dibujo animado del Coyote y el Correcaminos, era muy común ver al Coyote caer a porrazos barranca abajo, hasta finalmente tocar tierra firme. Sin embargo, en ese momento donde las penurias del Coyote parecían haber llegado a su fin, todos esperábamos el sonido de una piedra que se resquebrajaba. En ese momento, el Coyote miraba a cámara angustiado: el piso debajo de él se desprendía de la colina y el Coyote seguía su viaje en caída libre ¿Es posible anunciar que la actividad tocó piso cuando los indicadores adelantados de consumo continúan mostrando deterioros significativos en marzo, la producción alterna entre meses de crecimiento y caída, la inflación se acelera a la zona del 4% en marzo y el tipo de cambio no deja de darnos sobresaltos? Claramente, no.

En su eterna persecución, el Coyote solía recurrir a todo tipo de armas marca ACME. Patines supersónicos. Cañones de puntería supuestamente infalible y alas de pájaro que le permitirían volar. Pero ninguna de esas herramientas mágicas daba resultado. En su lucha contra la inflación, el gobierno utilizó las siguientes armas marca ACME:

Devaluar de 10 a 16 no tendría consecuencias, porque los precios “ya estaban al
blue”. Y se equivocó.

Le solicitó a los famosos que despidieran al pass through en las redes. Y se equivocó.
Subió la tasa de interés, aplicando un esquema de metas de inflación. Y se equivocó.
Bajó el déficit fiscal, la explicación última de la inflación. Y se equivocó.
Bajó la emisión monetaria a cero y más allá. Y se sigue equivocando.
Persiguiendo a la inflación y al dólar, el Gobierno actúa como el Coyote contra el Correcaminos: peca de soberbio, recurre a armas mágicas marca ACME e incluso, cuando fracasa, subestima la profundidad de la barranca por la que cae. Al final del día, la inflación y el dólar le vuelven a decir ¡BEEP-BEEP!

Ante esta seguidilla de errores, muchos ex funcionarios, colegas y actores políticos que en un principios apoyaron las políticas económicas de Cambiemos comienzan a realizar una necesaria autocrítica. Muchos de ellos empiezan a decir que la emisión monetaria no genera inflación, que el Estado no debe retirarse de su rol de regulador del mercado, o que la única forma de bajar la inflación es llamar a un acuerdo de precios y salarios. Bienvenidos los rezagados, aunque resulta necesario que cualquier cambio de política se construya sobre bases sólidas, con elementos teóricos que permitan dar cuenta de los fenómenos que afectan a la economía argentina y que tan mal han caracterizado las herramientas provistas por ACME. Muchas veces el Coyote se pasaba de largo en su carrera contra el Correcaminos. Cuando quería correr en la dirección contraria, podíamos ver como sus piernas se movían en el medio del vacío que el Coyote no podía ver producto del humo que dejaba a su paso el Correcaminos. En economía no es nada fácil cambiar de rumbo y correr en la dirección contraria.

Es por eso que en esta nota queremos aportar algunas herramientas desde una manera alternativa de pensar la economía, que nos permitan reflexionar acerca de las posibilidades de un cambio de rumbo.

Acuerdo con el FMI

En primer lugar es necesario renegociar el acuerdo con el FMI. El fracaso del crédito más grande en la historia del organismo a nada más que 60 días de firmado el acuerdo debería ser argumento suficiente. Pero, además, Argentina se dirige a un nuevo incumplimiento, ya que la recesión probablemente neutralice el ajuste del gasto y este año nos deje con un déficit primario en torno al 1% del PIB.

¿Significa esto romper con el fondo o pedir algo que de seguro no nos van a conceder? En lo absoluto. Además de estirar los plazos de devolución del crédito, Argentina debe lograr que el FMI le apruebe algo como lo que el Fondo permite en España y en Portugal, dos países que, a diferencia de Argentina, no tienen posibilidad de devaluar su moneda.

Portugal pudo cancelar el crédito con el Fondo y expandir su economía al doble de velocidad que el resto de la Unión Europea gracias a un programa expansivo, que subió el salario mínimo, bajo impuestos a los trabajadores y aumentó impuestos al sector más rico de la población. Y todo eso con la aprobación (de mala gana) del FMI.

España, por su parte, se encuentra en un programa de déficit fiscal cero. Pero se está tomando 8 años, sí, 8 años, para alcanzar el equilibrio fiscal. Y todo esto con una cláusula de vacas flacas - vacas gordas. En los malos años, España se permite aumentar el gasto y apartarse del sendero de convergencia fiscal, apartamiento que compensa en los buenos años.

¿Podría el FMI aprobar algo así? Digamos que si ud le debe USD 57.000 al banco, entonces ud tiene un problema. Pero si ud le debe USD 57.000 millones al banco, entonces el problema lo tiene el banco.

Política monetaria

El torniquete monetario implementado en octubre fracasó. El banco central no ha podido salir de la trampa de tratar de domar al dólar con la tasa. El FMI debe aceptar una estrategia monetaria que consista en mantener el nivel del tipo de cambio real en torno al promedio de los últimos 20 años (que es el nivel actual), pero dotando a la autoridad monetaria de autonomía para desviarse de tal objetivo en el corto plazo ¿Con qué reservas? Con las que el banco central consiga por fuera del acuerdo con el FMI. Actualmente el banco cuanta con USD 9.000 millones del swap con China que no utiliza debido a la negativa del FMI.

La tasa de interés doméstica debe superar a la expectativa de devaluación e inflación, pero no por el enorme margen que lo hace en la actualidad ¿Cómo lograr esto? No sólo trabajando sobre las expectativas, sino con hechos. Se debe regular la cuenta capital ¿Significa esto volver al cepo? No. Alcanza con volver a la regulación vigente entre 2002 y 2011, donde nunca nadie habló de cepo. En esa regulación los exportadores debían liquidar divisas en un plazo razonable y ningún argentino, ni siquiera el presidente de la nación, podía comprar más de USD 2 millones.

Política fiscal

Apenas el Gobierno acudió al FMI se argumentó que el Fondo había cambiado. Muchos descreimos de ese argumento. Y nos equivocamos. El Fondo efectivamente ha aprendido de sus anteriores programas de ajuste y por eso ahora es más generoso con las medidas fiscales para los sectores más postergados. Así se explica el aumento de la AUH anunciado por el presidente Macri el 1ro de marzo. Y así seguramente se explicará la suma extraordinaria para la misma partida que se anunciará en el medio de la campaña. De hecho, en su último comunicado el FMI confirmó que está preparado para continuar con esta ayuda más allá de 2019.

La política fiscal de 2020 en adelante debe por tanto tomar como un dato esta novedosa generosidad por parte del Fondo y, adicionalmente, negociar un incremento adicional del gasto de 1pp del PIB en materia de inversión pública y de la misma magnitud en materia de jubilaciones. Todo aquel que crea que esto deteriora el resultado fiscal en la misma cuantía, ignora los principios más básicos de la macroeconomía moderna.

Políticos anti-inflacionaria

Para que la inflación no le siga haciendo BEEP-BEEP al gobierno, es necesario implementar un acuerdo de precios y salarios, en exactamente ese orden: primero los precios y luego los salarios. El Banco Central cuenta hoy con un seguimiento de precios de carácter diario absolutamente individualizado en materia de precios. Hacienda y Producción pueden hacer uso de esta información para corroborar el cumplimiento de un acuerdo de precios amplio y razonable.

El acuerdo debe procurar reducir la inflación en torno a 5pp por año, contar con cláusulas de revisión en caso de shocks exogenos y, una vez lograda la primera desaceleracion, procurar ordenar paritarias, AUH y jubilaciones para evolucionar por encima de la inflación, dependiendo de lo que el crecimiento y la productividad permitan.

Ninguna de estas medidas se basa en el libre mercado. Ninguna es posible sin un poder político capaz de generar amplios consensos. La alternativa es sencilla: sentarse y esperar que 44 millones de coyotes volvamos a fracasar en nuestro intento de atrapar al Correcaminos.

pxqconsultora.com

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