La industria debe crecer 14% para recuperar sus máximos históricos

Nota de opinión de la economista Victoria Giarrizo sobre la coyuntura industrial y las limitaciones actuales para desarrollar al sector

Política - Opinión 28 de febrero de 2018 Editor Editor
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Por Victoria Giarrizzo (*)

La industria argentina está creciendo y eso es una buena noticia. Pero hay poco que festejar. El crecimiento, suave y desigual que se inició desde mediados del año pasado, apenas recuperó un poquito de todo lo que se perdió desde fines de 2011, cuando la producción comenzó a retraerse. Así es. Para volver al máximo nivel de producción industrial, que se alcanzó en 2011, la actividad manufacturera debería crecer 13,6% o más ambiciosos, 23,7% si se quisiera obtener el mismo producto industrial per cápita que siete años atrás. 

Si se mira la industria desde esa perspectiva, la distancia es grande y argentina necesitaría sostener un crecimiento por varios años consecutivos. Este año la industria puede crecer 2,7%-3%. Difícilmente más. Y no alcanza. Porque a ese ritmo recién en 2021 podríamos volver a los valores de 2011, o en 2027 si quisiéramos recuperar el producto industrial per cápita. Demasiado tiempo. 

Los números en crudo obligan a preguntarnos cómo vamos a acelerar la recuperación de cada año perdido de crecimiento industrial. Que más allá de los datos, significaron menos capacidad de crear empleo, menos inversiones, y una distancia tecnológica más grande con el mundo. Hoy la industria explica el 19,2% del empleo asalariado formal privado, cuando veinte años atrás esa participación era mayor al 25%. Cierto que la tendencia en la industria es a ir prescindiendo de la mano de obra, pero en la Argentina mucho ha tenido que ver la pérdida de competitividad de nuestra actividad manufacturera que la fue sumiendo en un atraso relativo importante. Nos quedamos con una plataforma de pocas industrias, y de baja competitividad. 

Argentina en 2017 tuvo un déficit comercial industrial de u$s 35 mil millones. Serio. Somos un país de alto consumo industrial con baja capacidad de producción. Producimos poco, caro, y con insuficiente calidad. Consumimos mucho, y somos exigentes con precio y calidad. Y eso nos genera una alta dependencia de la importación. Incluso en los años del kirchnerismo que se administró el comercio exterior y se alentó la sustitución de importaciones, la producción industrial no logró ser fuerte. Surgieron sólo oportunidades del momento, no más que eso, y nuestra dependencia no se revirtió. 

• Nuevo ciclo

Hoy la industria vuelve a repuntar y es una buena oportunidad de mirar hacia adelante. Pero cuando nos detenemos a observar cómo estamos creciendo, la foto de nuevo es gris. La industria crece, pero empujada sólo por la mitad de las empresas del sector. La industria pyme enfrenta serios problemas de rentabilidad, con una estructura de costos excesiva. Cargas impositivas, logísticas, y financieras elevadas para las pymes. Mercados de insumos concentrados que imponen bases de costos caras. También el salario es alto en comparación a muchos competidores, sí, aunque eso hablaría bien de nuestra industria, si no fuera porque la tecnología es escasa y la productividad baja. 

Una encuesta realizada a fines de 2017 entre 300 pymes industriales desde CAME, arrojó que sólo un 35% de esas empresas trabaja con tecnología alta o muy alta. El resto, tiene tecnología media, baja o muy baja. Además, si bien en general las industrias van reponiendo su stock de capital, lo hacen para reemplazar maquinaria vieja u obsoleta o para aumentar la capacidad de producción mirando el mercado local. Menos del 30% invierte para incorporar más o nuevas tecnologías en su empresa o con la intensión de salir a competir al mercado mundial. 

Así, la brecha tecnológica con el mundo se ensancha y la estructura de costos también. Y eso nos pone frente a una de las amenazas del año: la importación. Con menos protecciones y con un tipo de cambio real que no tiene atractivo per sé, la industria local queda en inferioridad de condiciones, porque con algunas excepciones, nuestras capacidades productivas generales son bajas, y el flujo importador se vuelve un problema. La mejor performance de Brasil puede ayudar un poco este año, cuando miramos a nivel agregado, pero a las pocas empresas que exportan y hasta ahí.

Y acá de nuevo. Exportamos pocos bienes, porque no tenemos mucho más para vender. Y no tenemos mucho más para vender, porque hay pocas industrias, mucha incertidumbre a futuro, y baja inversión. 

¿Que si tenemos potencial? Quién puede dudar de eso. Pero falta compromiso del sector privado con la inversión, y comprensión y coherencia en las políticas públicas donde se avanza un paso y se retrocede otro. El ejemplo de fin de año es ilustrativo: se lanzó una reforma tributaria (o algo así), pero se sacaron las líneas de financiamiento productivo a las pymes que era una de las principales fuentes de financiamiento de la industria. Es que falta eso. Definir qué industria se quiere, si es que se quiere una industria, y qué estrategia seguimos. La industria está hoy como un equipo que quiere competir sin director técnico. Y eso es un verdadero problema. Aunque de fácil solución.

* Economista e Investigadora de la UBA