“El empresariado apoyó este proceso, pero así como está no es sustentable” Gabo Nazar

El CEO de El Cardón y Pampero asegura que “los problemas que señala UIA son objetivos”. Pide un mejor escenario para invertir y afirma que la economía puede complicar el plan Macri 2019.

Política - Opinión 13 de marzo de 2018 Editor Editor
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Por Leandro Renou

Nunca se guardó nada. Y promete que seguirá con esa tendencia “porque no vivo de negocios con el Estado”. Criticó al kirchnerismo, hoy le señala problemas a Cambiemos y en el año 2011 cometió una de las mayores osadías atribuibles a un CEO. En pleno Coloquio de IDEA en Mar del Plata -la reunión que concentra año a año al top 100 del Círculo Rojo- se paró en el escenario y en medio de un discurso económico y de coyuntura aseguró que los empresarios argentinos “son la máquina de fugar plata”. 

Gabo Nazar es propietario de El Cardón, la firma textil favorita de muchos políticos en la Argentina. Vistió a la ex presidenta Cristina Fernández y hoy hace lo propio con buena parte del gabinete PRO y los gobernadores del Interior. Con todos ellos, mantuvo y tiene un vínculo de diálogo directo, aunque se reconoce hoy alejado de la actividad gremial empresaria.

Su pasado de contacto con la política, sin embargo, tiene otras raíces distintas a las del peronismo y el PRO. Se reconoce de cuna radical alfonsinista, aunque asegura que “los preceptos” clásicos de la UCR no existe más, porque el mundo está en plena transformación.

Justo en la semana en la que se expuso la pelea entre el Gobierno y la Unión Industrial Argentina (UIA), Nazar apunta que los problemas que plantean los industriales son reales, “objetivos”. Y que el país no está en condiciones de funcionar con “este nivel de presión impositiva y costos extra salariales”. A lo largo de la charla, el empresario que también tiene la firma Pampero no esquiva ningún pronunciamiento. La crisis textil, oficialismo, oposición, el impacto de la economía en el plan Macri 2019 y hasta una consideración interesante sobre el perfil privado de los CEOs que llegaron al Gobierno y tienen cuentas off shore.

 BIO. Rómulo Gabriel Nazar es fundador y presidente de Cardón Cosas Nuestras, una empresa creada en 1988. Tiene más de 100 locales en todo el país y viste a buena parte de los políticos de diferentes partidos. Estudió Veterinaria y en 1990 desembarcó en Buenos Aires. En 1997 implementó el sistema de franquicias. En octubre del 2003 fue elegido por el panel internacional de la Fundación Endeavor como “Emprendedor Endeavor Argentino”. En 2010, Gabo participó activamente de la creación de la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias, entidad que preside, y que surgió a partir de la unión de la Cámara de Grandes Marcas y la Asociación Argentina de Franquicias. Hace unos años ingresó a la cadena de empanadas El Noble, pero en 2016 se desprendió de su parte en la compañía. 
 

-Está terminando la semana más caliente en la relación del Gobierno con los empresarios. ¿Cómo se para ante esta coyuntura? ¿Hay empresarios llorones, como dijo el ministro Cabrera?

-Por un lado, es cierto que el argentino en general ha ido consolidando la cultura prebendaria, seas alguien simple y desprotegido objetivamente, que quiere estar bajo el ala de un Estado benefactor, o seas un empresario que busca prebendas para invertir. Es un tema cultural que no distingue poder adquisitivo ni situación de poder objetiva. ¿Qué va a hacer el Estado por mí para que yo haga lo que tengo que hacer? Ese es un mal endémico.

Los problemas que señala la UIA son objetivos y reales, la presión tributaria en Argentina es una cosa descomunal, los Ingresos Brutos son un hecho que desnaturaliza cualquier cadena de valor y cualquier esquema progresivo de distribución de la riqueza y del esquema recaudatorio. Cuando vos contás por el mundo la existencia de este tipo de impuestos, es como contradictorio con lo que se dice que se quiere hacer. Cuando ves las estructuras fiscales de países de la región como Uruguay, Paraguay o Chile te encontrás con que son totalmente diferentes a las de acá.

Hay una situación paradójica, desde la posición del propio Gobierno, donde propone cosas de cambio y modernización –algunas han ocurrido- pero no son reformas profundas, audaces. Un poco como todo lo que está pasando con este Gobierno: se esperaba y estaban dadas las condiciones para generar medidas y decisiones más audaces, y que además hablaran de un modelo económico y un plan económico para el país, cosa que no ha ocurrido. Es como que todo el mundo está ahí, expectante.

-El diagnóstico que usted hace lo comparten muchos CEOs, en privado. ¿Por qué el Gobierno dice que la economía va para arriba y los empresarios plantean otra cosa?

-Pum para arriba no va la economía, da muestras de cierta normalización. Hay cosas que se han hecho muy bien, como salir rápido del cepo, eso fue un acierto y una osadía del Presidente, incluso contra la recomendación de sus técnicos. Ahí no hubo gradualismo, hubo una decisión política de shock. Hacer algo que se suponía que era un shock hizo que se superara el escollo, la distorsión, sin tener que lamentar mayores pérdidas, porque el mercado ya había ajustado sobre la base de un tipo de cambio que se parecía más al paralelo que al oficial. Y del mismo modo hay que afrontar otros problemas de la macroeconomía argentina. Y aún si querés aplicar una política gradualista, tenés que decir que no va a haber más Ingresos Brutos, pero ese proceso va a durar X cantidad de tiempo y generar un proyecto de reforma fiscal. Se necesita un esquema más pro inversión, esto ya no es una discusión entre izquierda y derecha sobre si es bueno o no que haya inversión. Si no hay inversión no hay desarrollo, y si no hay desarrollo no va a haber bienestar para todos.

-Los economistas ultras que critican al Gobierno por gradualista se quejan de que Cambiemos fue gobernado por la política. Una especie de lectura que afirma que es negativo que la política avance sobre decisiones económicas de carácter técnico que deberían hacerse sí o sí.

-La política es omnipresente e indispensable. Para llevar adelante un proceso de reforma fiscal o modificaciones macro económicas fuertes necesitás consensos políticos. No podés prescindir de la política. Pero hay momentos, el timing en cualquier proceso político y económico es central. Y no se está ponderando adecuadamente ese aspecto. Porque cuanto más tarde peor, porque se desgastan políticamente. El aval que tuvo o tiene el Gobierno va disminuyendo.

-Usted refería a la salida del cepo, pero eso pasó hace más de dos años. ¿Hoy tiene espalda política el Gobierno para avanzar en las reformas que se le exigen?

-Si no tienen espalda para hacerlo solos, tendrán que crear consensos para hacerlo acompañados. Pero hay que hacerlo.

-Por lo visto, usted pide más shock que gradualismo.

-Hay que tomar decisiones. Vos podés querer una transformación gradualmente, pero tenes que decir cuál es esa transformación, a dónde va y por qué.

"No ha habido profundos cambios en cuanto a los condicionantes macro-económicos que definen si va a haber más inversión o no. Lo que no cambió es el volumen de inversiones. Antes había más inversión del sector público o fomentada desde allí, y hoy eso tiene una relevancia menor."

-Apunta que no ha habido cambios de fondo, pero el Gobierno asegura que hay diferencias marcadas con el kirchnerismo. ¿Qué diferencias encuentra?

-En algunos aspectos hay voluntad de cambiar el modus operandi, son distintas culturas de gestión. Lamentablemente, no ha habido profundos cambios en cuanto a los condicionantes macro-económicos que definen si va a haber más inversión o no. Lo que no cambió es el volumen de inversiones. Antes había más inversión del sector público o fomentada desde allí y hoy eso tiene una relevancia menor. Pero no fue reemplazado por un sistema nuevo y privado de impulso a la inversión en la pyme, por ejemplo.

-¿Entonces?

-Entonces, al fin del día, tenés que mejoró un poquito el clima de negocios, pero los cambios profundos no están. Por eso los empresarios no son llorones o cobardes, esos son calificativos, una parte del juego político, pero hay una realidad: por las venas de los empresarios corre sangre emprendedora. Con lo cual, si no están tomando más decisión de hacer inversiones es porque creen que no están dadas las condiciones. No se les fueron las ganas de invertir o se les desafiló el pico.

-O sea que tienen alguna razón para derramar alguna lágrima, según su visión.

-No hay señales claras que te hagan pensar que los problemas puntuales que tiene la Argentina -un Estado muy pesado- se estén resolviendo. Si eso no cambia con una reforma estructural del esquema fiscal y con un plan de reducción del peso del Estado sobre el sector privado de manera clara, no va haber una convergencia de las principales variables macro que hagan que baje el déficit fiscal. Lo único que podría hacer bajar el déficit es un crecimiento furibundo. Pero el crecimiento furibundo no está por motivos que son evidentes. Si eso no se da vamos a un modelo de crisis de deuda tradicional como estamos acostumbrados los argentinos.

 Lo único que podría hacer bajar el déficit es un crecimiento furibundo. Pero el crecimiento furibundo no está por motivos que son evidentes. Si eso no se da vamos a un modelo de crisis de deuda tradicional como estamos acostumbrados los argentinos.
 

-¿Observa un problema de deuda?

-Hoy no lo hay, técnicamente, pero si no se cambian las curvas y las tendencias de niveles de actividad…

-En 2011, en el marco de un Coloquio de IDEA, dijo que los empresarios argentinos eran una máquina de fugar plata. ¿Cómo es hoy?

-Hoy no digo que se esté agravando la situación de fuga. Digo que no hay una posición de invertir fuerte y clara. En general, el empresariado apoyó este proceso macroeconómico, pensando que iba a haber mayor grado de audacia a la hora de tomar decisiones. Hacer un país más eficiente, más productivo y más sustentable. Esto, así como está, no es sustentable.

Esto, así como está, no es sustentable.

-¿Cómo lo explica? El Gobierno dice que lo avalan datos de la economía que, a ciencia cierta, le vienen dando positivo. Y que la deuda es un tema manejable.

-La podemos manejar aumentando el nivel de deuda gradualmente. Pero si no empezás a freezar el ratio de deuda versus productividad y bajas el déficit fiscal, no se puede. Y lo saben, lo dicen sotto voce. Lo dijo el Presidente y sus ministros, entienden que esto es así. Pero, ¿por qué salen a atacar al empresariado? Porque creen que hay un problema de voluntad, de que son llorones y no tienen deseo de invertir. Bueno, no están dadas las condiciones para eso, porque la presión fiscal es descomunal, los costos laborales extra-salariales son de los más altos del mundo.

"¿Por qué salen a atacar al empresariado? Porque creen que hay un problema de voluntad, de que son llorones y no tienen deseo de invertir. Bueno, no están dadas las condiciones para eso porque la presión fiscal es descomunal, los costos laborales extra-salariales son de los más altos del mundo."

-Pasa algo curioso en el mundo de los CEOs. Como durante el kirchnerismo, muchos optan por no criticar al Gobierno en público, por más constructiva que sea la crítica.

-Hablo por mí en este punto. Yo me siento en libertad, triste sería que no la ejerciera, de poder dar mi opinión, en este y en el otro gobierno. Lo cual no me ha evitado dolores de cabeza, porque después te pegan, tanto del sector público como del privado. Pero eso me preocupa poco, porque no vivo de hacer negocios con el Estado ni de mi lobby gremial empresario. La voy llevando como cualquier pyme en la Argentina.

-Pero el sector textil, el centro de su actividad, es uno de los más críticos en el pelotón de rubros de la economía.

-Está muy complicado el sector. Hace poco salió uno de los funcionarios más importantes de Gobierno a decir que lo peor que le puede pasar al país es tener la ropa más cara del mundo. Eso es cierto, y lamentable, pero por otro lado tenés que asumir que casi el 56% del valor de una camisa vendida en un shopping son impuestos. Si vos miras cuál es la matriz tributaria de nuestro país y la de los países con los que te comparas, vas a ver por qué somos caros.

-Esta coyuntura económica que usted refleja, ¿le puede jugar en contra al presidente Macri para su intención de reelegir en 2019?

-Creo que definitivamente. Va a ser muy difícil que el Gobierno logre tirar dos años más con una imagen tan positiva que le permita ganar las elecciones, si no hay una mejora en la economía. Ellos lo saben. Creo que les resulta difícil pensar de qué manera cambiar el actual escenario sin que se le desbarajusten premisas políticas y económicas que hoy están, dentro de todo, contenidas. Se necesita una muestra de audacia, como ha demostrado tener Macri en otras medidas. Pero de nuevo se hace necesario la aparición de un líder dispuesto a tener esa cuota de audacia para torcer el curso de las cosas. Como están planteadas hasta acá, me da la sensación de que no va a haber un aluvión de inversiones.

-¿Macri debería ser el candidato del oficialismo?

-Tiene que ser Macri. Si demuestra que tiene la visión y el carácter para hacer lo que hay que hacer en los próximos dos años, va a demostrar que se necesitan cuatro años más de lo mismo. Si no tiene esa visión o coraje, quedará demostrado que tiene que ser otro.

-En este contexto, ¿a la oposición como la ve?

-No parece haber ninguna articulación orgánica ni espontánea a la vista. Hay dirigentes interesantes, pero a los que mejor perfilaban no les fue bien en la última elección, como puede ser (el gobernador de Salta, Juan Manuel) Urtubey. Una persona que claramente tiene un perfil y una vocación con proyección nacional.

 Si Macri demuestra que tiene la visión y el carácter para hacer lo que hay que hacer en los próximos dos años, va a demostrar que se necesitan cuatro años más de lo mismo. Si no tiene esa visión o coraje, quedará demostrado que tiene que ser otro.

-Alguna vez contó que su inicio en la política, su interés por la militancia, se inició en el alfonsinismo. ¿Cómo ve hoy al radicalismo insertado en la alianza Cambiemos?

-Han tenido un rol prudente y pro activo. Me da la sensación de que en este momento están repensando, recalculando. El rol fue positivo para construir una alternativa electoral que funcionó. Luego fueron prudentes, pacientes y acompañaron razonablemente bien hasta acá. Y hoy se estarán dando un debate interno para ver cómo sigue este proceso.

-Ese reacomodamiento, ¿tiene que ver con una colisión más marcada entre los preceptos históricos de la UCR y algunas decisiones políticas que ha tomado el PRO?

-No, no digo eso, los preceptos están todos rediscutidos. Fijate lo que pasa hoy en Italia, donde tenés a la extrema derecha y la extrema izquierda siguiendo lo que hay que hacer. Hoy lo de los preceptos es demodé, tenés problemas reales, tangibles, que requieren estrategias y consensos para llevar adelante procesos de transformación profunda. El mundo entero está repensándose.

-Le traigo a la charla uno de esos ejes del radicalismo clásico: la ética, la moral y la transparencia. En los últimos meses hubo en Cambiemos varios casos muy cuestionados, como el de Triaca, o las offshore de muchos ministros. ¿Le preocupa eso?

-No veo que haya casos de corrupción en este Gobierno. Lo que veo es que hay modelos de dirigentes que tienen perfiles diferentes, que vienen del sector privado. Estos no tienen un muerto en el placard, como el Gobierno anterior, pero todos tienen cuentas en paraísos fiscales. Pero eso tiene que ver con el ADN del empresariado argentino. Esa ha sido la dinámica de funcionamiento que yo siempre mencioné, la fuga de capitales. Hasta un funcionario de nivel medio del sector privado, que pudo ahorrarse unos cientos de miles de dólares en su carrera, tiene la plata en un paraíso fiscal. Y no es ilegal. Yo preferiría que fuese diferente, pero no puedo decir que sea un delito. Es muy diferente robar con la obra pública que tener los ahorros de un profesional que trabajó en multinacionales en un paraíso fiscal.

 -En la previa al ingreso a la función pública, ¿no sería conveniente limpiarse?

-Está claro que el país entero es disfuncional y tenemos problemas gravísimos de todo tipo. Y hay un modus operandi, así como parece que para muchos de los sindicalistas argentinos es normal tener autos, armas y municiones en sus casas, y lo vemos con naturalidad, es normal que todo el mundo tenga cuentas afuera. Es una disfuncionalidad. Lo de los sindicalistas es un delito, lo de las cuentas afuera no. Ahora bien, el país no va a ser viable si nosotros mismos, como argentinos, no apostamos e invertimos en Argentina.

Estos (Cambiemos) no tienen un muerto en el placard, como el Gobierno anterior, pero todos tienen cuentas en paraísos fiscales. Pero eso tiene que ver con el ADN del empresariado argentino. Esa ha sido la dinámica de funcionamiento que yo siempre mencioné, la fuga de capitales. Hasta un funcionario de nivel medio del sector privado, que pudo ahorrarse unos cientos de miles de dólares en su carrera, tiene la plata en un paraíso fiscal.

-El modelo K hizo eje en un consumo, muchas veces, inflado o fomentado. ¿Hoy cómo está ese rubro?

-Está planchado. El año pasado tuvo señales de mejora, daba la sensación de que se venía un proceso de recuperación marcado. Pero hoy tengo que decir que encontró un escalón superior al nivel de actividad que tuvimos durante el 2017, pero el escalón que se subió no muestra un proceso marcado de crecimiento. Como siempre ocurre, hay sectores beneficiados, como autos, que viene récord, pero genera mucho más empleo la pyme manufacturera que las grandes industrias de autos, siderúrgica o de aluminio.

-¿Hay que darle una inyección al consumo?

-No subsidiaría el consumo, pero sí es fundamental fomentar la propensión al consumo reduciendo los costos financieros, las tasas son insostenibles para la producción. Y la manera de lograr eso es bajando la inflación y haciendo eso bajas el déficit. Hay que bajar las tasas para mejorar el consumo. Hay que mejorar las condiciones de la oferta.

-En tren de bajar la inflación, aparecen las paritarias. Usted paga salarios, ¿es lógica la pauta del 15% de aumento que trata de imponer el Ejecutivo?

-Para la inflación objetivo que había, podía ser real, pero para la inflación que tuvimos parece un poco corto.

-Esta semana fue la marcha del 8M y el paro de mujeres. ¿Cómo están compuestas sus empresas? ¿Hay paridad en puestos de trabajo y a nivel salarial?

-Más de la mitad son mujeres. Yo no hago nada porque queda bien, lo hago porque las mujeres son leales, trabajadoras y comprometidas. No necesito una tendencia de moda o responsabilidad social, creo profunda y genuinamente en los derechos y beneficios que generan las mujeres. No es una discusión para mí. Quizás en otros sectores sí hay prejuicios, porque se embarazan o por otra cosa pero, con sus más y menos, trabajar con mujeres es algo muy bueno. Salarialmente están en igualdad, tengo varias gerentes mujeres dentro de Cardón y ganan igual que los hombres. Gerentes de producto, de Categoría, de Desarrollo de Licencias.

-¿Usan ropa suya en este Gobierno?

-Sin duda, en este y en el anterior. Muchos funcionarios de este Gobierno eran clientes desde siempre. Sin ir más lejos, tenemos la enorme satisfacción de vestir a Gabriela Michetti desde antes que fuera vicepresidenta. Como la propia Cristina (Fernàndez de Kirchner) era cliente de Cardón antes de ser Presidenta. Hay muchos gobernadores también. Los políticos no vienen de un plato volador

Fuente: Letra P