Julián Domínguez: "Nuestra dirigencia política no conoce la identidad de quienes somos del interior y venimos de la vida vinculada al campo"

El ministro de Agricultura, pone la mirada en las elecciones y sostiene que las razones del voto en septiembre pueden no ser las mismas en un noviembre con mayor reactivación y actividad.

Política - Agro12 de octubre de 2021ColaboradorColaborador
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—¿Qué votó la gente en 2019 y cuál es la matriz del voto en 2021?

—En 2019, la gente votó por la decepción ante el gobierno de Mauricio Macri. Y en las PASO, que fue la selección de candidatos, la Argentina expresó el estado de angustia de la pandemia. Afectó a toda la humanidad. Implicó la caída del 10% del PBI en nuestra nación. Generó un nivel de angustia muy importante. Hay que ver qué pasa en noviembre. Es importante discernir que fue una selección de candidatos. No sé cómo será el resultado en noviembre. Nadie lo puede anticipar,.

—¿Cuál es el valor simbólico de la presencia del jefe de Gabinete, Juan Manzur, de gobernadores de cinco provincias, de otros representantes del gobierno nacional, junto a los dirigentes de las cuatro entidades que conforman la Mesa de Enlace al hacer los anuncios en la materia de carne?

—La Argentina es un país federal. Las políticas públicas se deben planificar no desde la distancia de unas oficinas en Buenos Aires, sino en acuerdo con las provincias. Por eso, esa mañana habíamos convocado al Consejo Federal de Ministros de las provincias. Tuvimos una conversación previa con los decanos de las facultades de veterinaria. Así llegamos a la presencia de los gobernadores en un problema común. La carne forma parte de nuestra identidad nacional; el ganado forma parte constitutiva de nuestro campo. Hay provincias en las que la ganadería tiene una incidencia muy alta. Había que encontrarle una respuesta en forma concertada y federal a los problemas planteados. La Mesa de Enlace encarnaba las dificultades de los productores. La coordinación de la respuesta debe ser federal. Los reclamos están fundados en el problema fundamentalmente de los ganaderos más chicos con la vaca denominada categoría D, o E, la vaca que no tiene capacidad de parición, la de “ocho dientes”, cuyo destino no es el consumo nacional, sino la exportación a China.

—Se repite como un mantra que el cambio algunos ministros, entre ellos vos, le dio mayor “volumen político” al Gobierno. ¿Qué es para vos “volumen político”?

—No formaba parte de mi proyecto de vida volver a la función pública. Tenía compromisos en la actividad privada. Trabajaba en el plan director de la industria automotriz con el sindicato de Smata, en mi estudio y dando clases. Alberto Fernández entendió que en esta coyuntura tan especial yo podía contribuir a remontar una etapa de diálogo postergado de la pandemia. Y acá estoy. No me considero de los que aportan volumen político. Traigo sí la experiencia de los años vividos en la función pública.

—¿Cómo fue el diálogo con Alberto Fernández cuando te convocó?

—Habíamos tenido muchas conversaciones previas en las que le aporté mi visión. Le manifesté el entusiasmo que despertaba el Consejo Económico Social como espacio de acuerdo y de construcción de futuro. En esos diálogos le manifesté mi opinión sobre el sector, dado mis vínculos. La noche antes me había escrito, no habíamos podido hablar durante el día. Y nueve y cuarto de la noche de un viernes, me llamó. Con mi señora íbamos a salir a caminar y a comer en una estación de servicio. Me dijo que me necesitaba y que debía hacer los anuncios.

—¿Fue por teléfono?

—Fue por teléfono. El lunes desayunamos y acordamos. Le expresé qué creía que debían ser los instrumentos.

—¿El mismo lunes que juraste?

—A la mañana del día que juramos.

—¿Se anunció que serías ministro habiendo tenido simplemente una conversación telefónica con el Presidente?

—Veníamos charlando, pero no sobre la posibilidad de volver a la función pública. Le había dicho que no formaba parte de mi proyecto de vida. Con mi señora, estábamos en la etapa de disfrutar de los cuatro nietos. Tener una vida un poco más ordenada y tranquila.

“Argentina es un país agropecuario sin debate agropecuario.”

—Tanto vos como Aníbal Fernández son dirigentes que vienen de la época de Eduardo Duhalde, de un peronismo tradicional y transitaron el incendio y la crisis de 2001 y lo que sucedió hasta 2003.

—Mi experiencia militante viene de antes, del 83. Fui peronista toda la vida, peronista de la boleta completa.

—Pero viviste la experiencia singular de 2001.

—En 1983, Raúl Alfonsín inauguró con Antonio Cafiero, con Carlos Menem, con Eduardo Duhalde, con Néstor Kirchner, una dirigencia de mucho volumen.

—¿Volumen político sería una metáfora de “piel gruesa” para resistir situaciones complejas?

—Sí. Si se comprende a la política como vocación y servicio a la patria.

—¿A la que se suma la capacidad de resiliencia? ¿Esta situación es peor, igual o mejor que la de 2001?

—En aquel momento, Eduardo Duhalde tuvo la capacidad de convocar a todos los actores. Construyó un gran acuerdo nacional en la emergencia.

—Que ya venía de la provincia de Buenos Aires, y también con Alfonsín.

—Fue una política de acuerdos, de fijación de ejes estratégicos. Eso nos permitió salir rápidamente de la crisis del año 2001/2002 con una fuerte articulación con provincias y municipios. Permitió ordenar al mundo de los negocios, los diferentes intereses de la sociedad e iniciar un ciclo de recuperación de la Argentina. El diálogo argentino fue un dato de época. Marcó la forma de resolver dificultades de la sociedad. Participaron todas las instituciones de la sociedad civil.

—En la conformación del primer gabinete del primer año y medio de Alberto Fernández, había funcionarios cercanos al Instituto Patria, La Cámpora o a Cristina Kirchner y otros más cercanos al propio Presidente. Los recambios que se produjeron incorporan al peronismo tradicional. A los gobernadores, a ministros con experiencia. ¿Le faltaba al gabinete peronismo tradicional?

—No corresponde que emita una valoración. El Presidente conduce. E integra una coalición.

—¿El peronismo tradicional tiene más espesura porque tiene más experiencia de gestión?

—Creo que quien militó, estuvo al lado de la gente, recorrió lo que los romanos llamaban el cursus honorum de la vida política, adquirió habilidades de escucha, de búsqueda de construcción de acuerdos. En la política argentina hay un valor en la experiencia de quienes son producto de la representación del territorio, del trabajo, del barro, de la relación directa con la gente y quienes por profesión o por idoneidad académica no tuvieron esa experiencia.

—A eso se suma una cuestión geográfica. El peronismo de la Ciudad de Buenos Aires no pudo desarrollar ese “cursus honorum” porque perdía elecciones.

—Me parece que esencialmente es un tema de militancia, de compromiso con los ideales partidarios. Son valores que obligan a salir al encuentro de la gente para cabalgar cada época sintentizando las mejores soluciones.

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