Corrupción y guerra fría: Paolo Rocca al borde la prisión

#PanoramaSemanal por Alejandro Bercovich. Esta semana la segunda guerra fría que empieza con empresarios presos.

Política - Opinión07 de diciembre de 2018EditorEditor
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En la torre de Catalinas Norte donde diez años atrás Roberto Baratta recogía bolsos con dinero se resisten a creer que todo sea parte de una confabulación. Confían en que la Cámara Federal no va a ordenar la prisión preventiva de Paolo Rocca y que, incluso si lo hace, lo eximiría en el mismo acto de quedar detenido como hizo el juez Claudio Bonadío con su mano derecha, Luis Betnaza. Pero el resto del empresariado empieza a sospechar que el dueño del gigante siderúrgico Techint puede convertirse en un rehén de la segunda guerra fría que libra Estados Unidos, esta vez con China. Una guerra que Mauricio Macri creyó distendida gracias a sus buenos oficios diplomáticos durante la cumbre del G20 pero que volvió a tensarse dramáticamente ayer, menos de una semana después de esa tregua, tras la detención en Canadá de la vicepresidenta e hija del fundador de Huawei, Meng Wanzhou.

¿Qué relación hay entre la señora Meng y Rocca? Ambos lideran multinacionales con presencia global y miles de empleados que compiten con grandes conglomerados estadounidenses del mismo tamaño. Ella integra la élite dirigente de la potencia emergente que empezó a disputarle en la última década la hegemonía mundial a Estados Unidos. Su compañía superó en el segundo trimestre de este año a Apple en ventas de smartphones y fue la que más patentes registró en el planeta durante 2017. Él se considera un ciudadano del mundo y aunque nació en Milán y la sociedad controlante de su holding está radicada en Luxemburgo, mantiene su cuartel general en Catalinas. Ella fue detenida ayer en Canadá porque la justicia estadounidense pidió su extradición por violar las sanciones comerciales que impuso Washington contra Irán. A él, los fiscales Carlos Rívolo y Carlos Stornelli pidieron procesarlo con prisión preventiva por haber pagado coimas a funcionarios kirchneristas.

Si la disputa entre el Tío Sam y su nuevo némesis fuera a librarse también en el cine, como la que lo enfrentó con la Unión Soviética hasta la caída del Muro de Berlín, los roles protagónicos no serían para los espías sino para los jueces y fiscales. Lo saben los brasileños, donde el juez Sérgio Moro condenó a directivos de la constructora Odebrecht por haber sobornado a más de 4.000 políticos durante más de una década. Moro mantuvo preso durante dos años y medio en un calabozo de 16 metros cuadrados a Marcelo Odebrecht, el príncipe de los contratistas, dueño de una fortuna similar a la de Rocca. Después aceptó ser ministro de Justicia del neofascista Jair Bolsonaro. Asume en 20 días. Ni Netflix imaginó un final así.

Los lobbistas de la T, como se alude en el establishment criollo a la empresa de los Rocca, no compran la teoría de la conspiración estadounidense para que capitales de ese país se queden con sus activos a un menor precio o con su mercado de manera hostil. Admiten que Ternium (su división de aceros planos y largos) vale un 10% menos que hace un mes y que el valor de Tenaris (la división de tubos sin costura) se desplomó un 30%. Pero sostienen que lo de Tenaris replica la baja del precio de petróleo y que lo de Ternium solo se explica parcialmente por las desventuras judiciales del jefe.

Wikichavismo

-Esta empresa no está en venta. Paolo no vendió nunca nada. Ni el Golf modelo 94 que usaba en México cuando compramos la planta de allá. ¿Y además para qué querría alguien comprar una empresa cuyo éxito se basa en el buen management que tiene?- desafiaron ayer a BAE Negocios cerca del jefe de la T. Sus fábricas y demás activos tangibles, aseguran en Catalinas, no son estratégicos para sus competidores.

En otras grandes empresas salpicadas por el escándalo de los cuadernos empiezan a sospechar que los abogados y el equipo político de Rocca pecan de cierta candidez. La apelación de Rívolo y Stornelli al procesamiento sin prisión preventiva que dispuso la semana pasada el juez Bonadío los tomó por sorpresa y con Rocca en Monterrey, desde donde ayer se aprestaba para volar a Veracruz. La semana pasada ya se habían sorprendido con el procesamiento mismo. Para el dueño de Pampa Energía, Marcelo Mindlin, Bonadío dictó en cambio la falta de mérito. Rocca y Mindlin, los dos empresarios de mayor peso específico que apoyaron sin fisuras a Macri en sus tres años en la Rosada, habían sido indagados al mismo tiempo.

La estrategia judicial de Rocca fue desde un inicio descargar toda la responsabilidad por los pagos en su director corporativo, Luis Betnaza, y en el encargado de las "operaciones no estructuradas", Héctor Zabaleta. La orden de pagarle a Baratta la dio Betnaza sin que él lo supiera y la ejecutó Zabaleta sin tampoco preguntarle, según declaró Rocca en Comodoro Py. Lo mismo, por supuesto, declararon sus subalternos en la Compagnia Tecnica Internazionale, como la bautizó su abuelo Agostino. ¿Por qué le entregaron esos bolsos con dinero al número dos de Julio De Vido? Según su versión, para rescatar al equipo de ingenieros que trabajaba en Sidor, la siderúrgica venezolana que Hugo Chávez decidió estatizar en 2007. "Fue un trauma enorme lo que pasó. Actuamos para defender a nuestra gente", dijo en agosto Rocca, en un acto organizado por la Asociación Empresaria Argentina (AEA).

Los abogados de la T dicen que su performance local durante el kirchnerismo alcanza para probar que esos pagos no fueron coimas. Que no hicieron un solo negocio con el Estado, que los echaron de la Cámara de la Construcción por no querer subirse al "club de la obra pública" y que por eso se enfocaron en Brasil, México y otros mercados. El relato tiene solo una fisura: la indemnización que cobraron del gobierno de Chávez por la expropiación de Sidor fue muy jugosa. En total fueron 1.970 millones de dólares, 180 millones más de lo que habían pagado doce años antes por el paquete controlante. Si el dinero fue pagado para obtener más dinero, por supuesto, no es lo mismo que si fue un desesperado gesto para apurar una ayuda humanitaria.

Lo que puede complicar a Rocca y hacer tambalear más su versión es que las embajadas estadounidenses en Buenos Aires y en Caracas dieron cuenta en 2009, en varios cables enviados a Washington y revelados por la megafiltración Wikileaks, que el holding apostaba a la gestión del gobierno de Cristina Kirchner para obtener una compensación mayor por la expropiación de su filial caribeña. Tal como reveló en el portal Letra P el periodista Sebastián Lacunza, autor del libro WikiMediaLeaks, el embajador en Argentina, Earl Anthony Wayne, desayunó con Rocca el 16 de enero de 2009, cuando todos los pagos a Baratta ya se habían concretado. "Rocca dijo que el gobierno argentino y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habían mencionado el tema ante los venezolanos, pero que todavía no tenía claro si tendría resultado su gestión", escribió Wayne cinco días más tarde. "Dijo que esperaba que lo mencionase de nuevo durante su visita a Caracas el 22 y 23" de ese mismo mes, agregó.

El acuerdo finalmente llegó en mayo y Chávez pagó de inmediato la primera cuota, de 400 millones de dólares. También ese año se cerró la expropiación del Santander Río, por el cual la familia Botín cobró 1.050 millones de dólares. El embajador estadounidense en Caracas, John Caulfield, escribió en junio a sus jefes del Departamento de Estado que "el hecho de que las compañías argentinas y españolas hayan recibido un aparente mejor trato que la mexicana Cemex o que las estadounidenses Exxon Mobil o Conoco Phillips sugiere que hubo un grado de favoritismo político".

Los Botín, al parecer, no le tenían tanto asco al eje bolivariano como su CEO argentino, Enrique Cristofani, quien esta semana rompió todos los protocolos y se mostró casi como un militante de Cambiemos. "Tenemos buenas chances de derrotar al populismo en 2019", soltó en un brindis con periodistas.

Hormigas atómicas

Lo jurídico, lo diplomático y lo económico se mezclan más de lo que quisiera la T. Las razones geopolíticas detrás del encarcelamiento de Meng se vieron nítidas durante la cumbre del G20 en Buenos Aires. Como escribió el economista Santiago Juncal el fin de semana pasado en La Izquierda Diario, lo que emergió fue "la disputa científico-tecnológica, parcialmente disfrazada de comercial, entre la única superpotencia planetaria y la gran potencia emergente". China, analiza Juncal, "generó procesos de aprendizaje tecnológico y productivo que le posibilitó desarrollar capacidades de innovación y diseño" que ahora le permiten pelearle el trono a Trump. La estatal Huawei es un caso emblemático.

Con Rocca el vínculo es menos claro porque Argentina no le disputa nada de eso a Estados Unidos. Pero lo que pareció cortado por la misma tijera fue la súbita postergación de la firma de los acuerdos con China para la construcción en Argentina de la cuarta central nuclear del país, que iba a financiar el gigante asiático.

El subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, viajó dos veces a China en solo tres semanas justo antes de la cumbre del G20. Hasta el viernes pasado, todos creían que los convenios se firmaban. El Gobierno ya había dado de baja a mitad de año la central CANDU, de tecnología mixta argentino-china, por razones presupuestarias. La que naufragó durante el G20 fue el puntapié inicial para la que iba a ser la siguiente, de tecnología 100% china. Consultados por este diario, voceros de Energía dijeron que los planes "solo se demoraron pero siguen en marcha".

La Asociación de Profesionales de la Energía Atómica (APECNEAN) desmintió ayer la explicación del funcionario. Los técnicos de la CNEA escribieron que "Trump no permite que China ingrese con tecnología sensible a su patio trasero y Macri, cuya supervivencia depende del dinero del FMI, obedece entregando uno de los pocos sectores en los cuales hemos logrado una posición respetable y competitiva a nivel internacional".

No hay pruebas, por supuesto, de que Trump haya ordenado a Macri frenar el convenio nuclear con China. El Presidente negó incluso que hayan hablado de eso. Quizás no mintió. Puede haberse hablado más discretamente, a nivel ministerial. Lo concreto es que durante la cumbre no hubo firma. Sí se suscribió en cambio un Acuerdo Marco para Fortalecer la Inversión en Infraestructura y Cooperación Energética con Estados Unidos. Lo informó orgullosa la embajada en un comunicado de prensa con el membrete de las barras y las estrellas.

fuentes:  diario bae

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