"No habría acudido tan rápido al FMI, esto es una crisis cambiaria y va a ceder" Mario Blejer

Entrevista a Mario Blejer sobre la crisis cambiaria que tiene en jaque el Gobierno y al Banco Central

Política - Opinión 13 de mayo de 2018 Editor Editor
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-Usted dijo cuando era titular del Banco Central: “Hay que lograr que la codicia le gane al pánico”. ¿Cuándo y en qué contexto fue?

-En uno así, corrida cambiaria. Enero de 2002.

-¿Qué quiso decir?

-No quiero comparar la situación actual con 2001 porque no es el caso: la crisis actual va a ceder. Pero volviendo al punto, vea usted que en cualquier corrida cambiaria un inversor tiene tres alternativas: conservar sus ahorros en pesos y no cobrar nada, ir al dólar o apostar a los pesos más un interés. La primera es la peor opción. En la segunda, el inversor gana con la suba del dólar. En la tercera depende de lo que le paguen los intereses. Yo dije: “Muchachos, acá lo que tenemos que hacer es que la codicia supere al pánico”.

"Hay tres tipos de crisis: cambiaria, financiera y de deuda. Estamos ante una crisis cambiaria. En 2001 se juntaron las 3. Esto se resolverá”


-¿A cuánto subió la tasa?

-140%

-¿Si se paga mucho, eso no genera desconfianza y, tal vez, pánico?

-Está claro que no se puede ser suicida. Pero si las cuentas están bien hechas y uno ve que se puede establecer un nivel determinado de tasa, ahí se larga. Ahora, ese interés hay que pagarlo efectivamente, no sólo ofrecerlo. En enero de 2002 planteé en el banco que debía lograrse que los depositantes dejaran el dinero y devolvérselo a los 7 días con un interés. “Les pago delante de los fotógrafos”, dije. Había que frenar la corrida con la tasa, se hablaba de un dólar a $18. Sacamos las Lebac.

-¿Por qué las Lebac?

-Necesitábamos un papel para intervenir. Los únicos bonos que teníamos eran del Gobierno y estaban en default. No podía absorber con bonos en cesación de pagos.

-¿Cuántos días estuvo la tasa en ese nivel?

-Dos. Con tasas a 140% hubo demanda de pesos. El dólar estaba casi en $4.

-¿Qué le decía Jorge Remes Lenicov, el ministro de Economía?

-“¿Vos estás seguro de esto que estás haciendo?”, me preguntó un día. “Creo que sí”, le respondí. “Bueno, hacélo entonces”.

-¿Duhalde lo llamaba?

-Todos los días. Y yo a él. Una vez le pedí que se quedase a dormir. Tenía que conversar.

"En enero de 2002 llevé la tasa a 140% un par de días. Remes me preguntó: “¿Estas seguro de lo que hacés?”. Le respondí: “Creo que sí”

-¿A dormir dónde?

-En el banco. Utilicé una habitación que, según cuentan, era de Eva Perón.

-Hay 3 tipos de crisis: cambiaria, bancaria y de deuda. ¿Cuál tiene hoy Argentina?

-Sí. No tenemos problema de deuda, nadie piensa que habrá un default, por ahora no hubo cambios preocupantes en el retiro de depósitos. Y sin embargo hay desconfianza cambiaria. En 2001 pasaron las tres crisis juntas, hoy sólo se da una de ellas.

-Repasemos. Argentina pasa por una crisis cambiaria y, en una etapa de ese proceso, las autoridades responden con esto que usted señala: la codicia debe superar al pánico. Sin embargo, recurren al FMI. ¿Qué opina?

-Es una respuesta que debería dar un psicoanalista. A veces puede generarse el efecto contrario al tomar una acción preventiva para reducir la tensión, máxime si no se explica por qué lo hace o no lo explica bien. Las personas pueden interpretar que hay tensión y creen “estos tipos no tienen un centavo”.

-¿Y usted qué piensa?

-Hay que diferenciar la liquidez de los recursos. Y es posible que el Gobierno quiera tener liquidez en la mano y no recurrir a las reservas. Pero debe entenderse bien por qué se elige ir al FMI en este momento. Comprendo que quieren reforzar las reservas. Pero no entiendo por qué deciden ir ahora al FMI.

-¿Por qué señala este punto?

-Porque estábamos en el momento en el que el Banco Central daba la batalla con sus recursos y no estaba perdida esa pelea. Tiene toneladas de municiones aún.

-El dólar subió fuerte, ¿es grave?

-No sólo no lo veo grave, lo veo hasta conveniente. El dólar tenía que aumentar porque tenemos déficit en cuenta corriente, en parte, las personas viajan y compran cualquier cosa afuera. O sea, el tipo de cambio necesitaba un ajuste y se aprovechó. El problema fue la meta inflacionaria: para cumplirla no se podía dejar que el dólar subiera demasiado y había que intervenir. Eso bajó las reservas.

-¿Qué hay que hacer?

-Cuando se da un conjunto de factores externos y domésticos como en este caso, un banco central debe hacer el trabajo completo: flota, no pierde reservas y sube la tasa, o, le pega fuerte al tipo de cambio con las reservas. Pero perder divisas y subir la tasa es el peor resultado. Ya este dólar lo veo bien, suficiente.

-Un ex ministro de Economía sostiene que no debe acudirse al FMI sino al Tesoro directa-mente. ¿Está de acuerdo?

-Es así. Yo habría explorado primero un acuerdo con la Reserva Federal o el Tesoro, no habría acudido tan rápido al FMI. Más con Donald Trump de presidente de EE.UU. que odia las instituciones multilaterales. Tal vez no conocemos toda la historia, sino una parte, y esa conversación ocurra más adelante.

-¿Por qué motivos ir al FMI no es lo ideal?

-Porque tiene mala prensa en Argentina. No importa lo que se acuerde con el FMI, lo que el Gobierno haga será criticado.

-El Gobierno dice que Lagarde los apoya.

-Acá confundimos. Resulta que vino al país, les sonrió a todos y ahora nos ayudará más. El FMI hará con la Argentina lo que hace con cualquier país y es lo que el directorio quiere.

-¿Hay un Fondo Monetario nuevo?

-Depende. La Argentina no es lo más popular dentro del directorio. Hay países europeos que preguntarán mucho sobre nuestras cuentas, caso Irlanda u Holanda se me ocurren. Por eso hay que evitar ir a esos organismos. No es por ideología sino por práctica: vamos a estar en la mira y expuestos a comentarios.

-¿Y en qué cambió el FMI?

-Uno, es más transparente. Dos, ya no está seguro de sus recetas de libremercado como en los 90’s. Tres, el FMI no tiene casi clientes.

-¿Argentina es una historia, un relato atractivo a nivel global?

-Sí. Pero no se nota aún. Argentina no muestra una trayectoria en la que haya pasado de un déficit fiscal de 10 puntos del PBI a un superávit de 2%. Y la idea de largo plazo que tiene este Gobierno, que comparto y celebro, de ganar competividad no vía devaluación sino como hace el mundo, lleva tiempo.

-Hace cuatro meses usted estaba en Davos. Allí Macri era elogiado. ¿Cambió eso hoy?

-Para nada. La expectativa de Macri en el mundo es positiva y sigue siéndolo. En la región es el único líder legítimo y encima es presidente del G-20. En medio de las turbulencias, la prensa internacional no es tan dramática como la argentina. Ahora, el hecho de haber ido al FMI lo hace parecer más una crisis. Pero yo no veo una crisis porque los fundamentos de la economía andan bien. Hay que corregir desequilibrios y eso lleva tiempo.

-¿Cuántos años trabajó en el Fondo?

-Estuve entre 1980 y 2001. En el medio pasé por el Banco Mundial.

-¿Qué dirá el FMI con el tipo de cambio?

-Que hagamos lo que querramos mientras sea financiable, o sea, no intervenir y perder reservas para sostener un dólar a un precio irrealista. Nos dirán que si no podemos parar la demanda o la corrida de dólares, que flotemos.

-Si Argentina y el staff llegan a un acuerdo, ¿el Directorio puede rechazarlo?

-Sí, pero muy pocas veces sucedió algo así. Habrá pocos países que no estén de acuerdo con Argentina. El día que el Directorio apruebe el acuerdo será algo nefasto por las críticas que recibirá. Muchos nos dirán qué tiene que hacer el Gobierno y aunque ya fueron tomadas varias medidas, los comentarios contra la Argentina se usarán con contenido político en contra de Macri.

-¿Cómo se baja la inflación?

-Con un consenso político-social que ancle las expectativas. Todo se desancló en Argentina en el último tiempo. Las paritarias son la guía ahora. Pero es insuficiente. Haría falta un acuerdo con los empresarios para que por seis meses no suban los precios.

-¿Pero no fracasó eso ya?

-Nunca funcionó porque se hizo obligatorio y en el largo plazo se quebró. Pero yo hablo de un período específico y por un objetivo puntual. En economía, aunque sean ridículas, las medidas en el corto plazo pueden funcionar.

-¿Por qué no bajó la inflación más rápido?

-Porque se cambian precios relativos. En 1984 publiqué un artículo en el Journal of Money, Credit and Banking. Se llama ‘La anatomía de la inflación’. La conclusión es cuando hay mucha variabilidad de precios relativos la política monetaria no funciona bien. Y si hay ajustes de tarifas no funciona del todo.

-¿Habla con Scioli?

-No.

-Usted dijo que la economía de Kicillof no era comprensible. ¿Estaba incómodo allí?

-Tenía la idea de que si llegaba a ganar Scioli, la influencia de personas como Miguel Bein o yo, sumaría. Le dije a Scioli: “Todo lo que te aconsejaré no es lo que hace este Gobierno”. Me respondió: “Hay que escuchar todo”.

-¿Hablaba con Kicillof?

-Me decía casi siempre que yo era un buen tipo, pero que de economía no entendía nada. Un día lo encaré y le dije “Escucháme Axel, si yo no entiendo nada y vos todo, ¿por qué no me explicás? Puedo aprender”. Me invitó a almorzar.

-¿Y?

-Y no le entendí nada.

-¿Por qué?

-Me contó que cuando un empresario invierte en un proyecto, todo lo que invierte no es más suyo. O sea, pasa a ser de la firma. Pero resulta que para Axel, esa empresa tampoco es más de ‘el empresario’: la compañía es de los trabajadores, del Gobierno, de los clientes y así. El capital es de todos, me decía.“Pero Axel -le pregunté- ¿quién invertiría si el capital es de todos?”.

"Cuando estaba con Scioli en 2015, Kicillof decía que yo no entendía de economía. Un día le digo: ‘Escuchá, puedo aprender, invitáme y me explicás’. No le entendí nada”


-¿Y entonces?

-Le dije que no tenía sentido lo que me hablaba. Le dí éste ejemplo: si uno lleva al banco 100 dólares y le pagan 10 dólares de interés. Cuando va a retirar el dinero, ¿se lleva los 10 y regala los 100 al banco? Axel me dijo que tenía razón él: yo era el que no entendía nada y que él hablaba de una inversión real, no de una financiera.

-¿Son útiles las Lebac?

-Sí. No las inventamos como instrumento de ahorro sino para que entre y salga el dinero. Lo de este martes es otro caso de codicia-pánico. Igual hay un mercado secundario y no sería un fracaso sino puede renovar todas. Esto no es 2001. Se resolverá porque es una crisis de expectativa.

Entre Talleres, Friedman y la música litúrgica judía

Maro Blejer vivió y recorrió el mundo. Pero cuando habla de Córdoba se le nota un cariño especial. “Todavía estoy en contacto con mis amigos”. Su papá tenía una empresa constructora. “Hizo las instalaciones del estadio viejo de Talleres de Córdoba”, cuenta. La cancha está ubicada en Barrio Jardín, concebida bajo una arquitectura art decó. “Mi papá le pidió al presidente de Talleres dos entradas vitalicias luego de terminar la obra. Y se las dieron. Como él no iba terminé yendo con amigos. Nos avivamos que si entrábamos dos y luego salía uno con las entradas, ingresaba el que se había quedado afuera. Un día se dieron cuenta y no nos dejaron entrar más”.

En Córdoba conoció a Domingo Cavallo. Mantiene el recuerdo de cuando era profesor suyo en la universidad. También de Roque Fernández, otro economista cordobés, compañero suyo en la Universidad de Chicago. Allí fue alumno de Milton Friedman, Harry Johnson y Rudi Dornbusch.

En los 80 y 90 se mudó a Washington. Trabajó en el FMI, básicamente, asesorando las reformas de las economías asiáticas. Siguió muy de cerca el caso de China.

Después de casi 30 años vivir en el exterior, Cavallo repatrió a Blejer. Pero no a Córdoba. Fue asesor en el Ministerio de Economía en 2001. Al poco tiempo llegó la crisis, la caída del 1 a 1 y Blejer terminó al frente del Banco Central. “Recuerdo que teníamos que salir de la convertibilidad y no había gente con experiencia en la mesa de dinero. No había operado por más de diez años”.

Hoy Blejer dedica buena parte de su tiempo a escribir música litúrgica judía. “Hasta ahora escribí 46 canciones. Voy por más este año”. Su producción es una mezcla entre la música tradicional y ritmos latinos como el tango y la zamba. “La música tradicional judía ha sido muy similar a la de los países donde han vivido los judíos, como por ejemplo, la rusa”.

Blejer no trabaja los sábados. “No lo hago porque así lo dice la Biblia”. Cuenta que cuando lo llamó Duhalde para ser presidente del Banco Central, lo primero que le dijo fue: “Presidente, yo los sábados no trabajo”. Y se adelantó diciéndole que entendería su decisión en caso que no estuviera de acuerdo. “Escucháme -le respondió Duhalde-, yo acá tengo ministros que no trabajan lunes, martes y miércoles”.

Blejer cree que la actual crisis cambiaria se resolverá. Y que la suba del dólar resultará “conveniente”. Sin embargo, está convencido que volver al Fondo Monetario Internacional no será un trámite para la Argentina. Habrá países que harán reparos sobre los números de la economía del país y de su pasado. Sin embargo, agrega Blejer, el staff que evaluará a la Argentina está más preparado que en etapas anteriores. “Roberto Cardarelli, un italiano, es un economista muy inteligente y preparado. Eso ayudará porque la negociación saldrá más rápida y fácil. En la época que me tocó trabajar y negociar para el FMI, había una tradición de no enviar a los mejores economistas a Buenos Aires. Alejandro Werner también es muy bueno”.

ITINERARIO

Mario Blejer nació en Córdoba en 1948. En junio cumplirá 70 años. Hizo la escuela allí y luego empezó economía en la universidad nacional. Pero los 19 años partió a Israel donde se graduó en economía e historia judía en la Universidad Hebrea de Jerusalén. En la Universidad de Chicago hizo su doctorado de Economía. En 2001lo llamó Cavallo -se conocían de Córdoba-. En enero de 2002 llegó al Banco Central. Más tarde fue director del Centro de Estudios del Banco de Inglaterra. Hoy se desempeña como vicepresidente del Banco Hipotecario.

AL TOQUE

Un proyecto: Completar mi libro de música litúrgica judía.

Un desafío: Envejecer bien.

Un sueño: Poder juntar a mi familia y estar todos juntos. Tengo cuatro hijos: en Tel Aviv, Jerusalem, Nueva York y Miami. Además tengo 16 nietos y cuatro bisnietos.

Un recuerdo: Mi tiempo como presidente del Banco Central.

Un líder: Jonathan Sacks, el rabino jefe de Gran Bretaña y que hoy es Lord.

Una comida: Las milanesas con papas fritas y huevo fritos.

Una bebida: Gin Tonic.

Un placer: Me gusta mucho leer libros de Historia y luego visitar los lugares que contaron el libro.

Un libro: Kissinger, 1923-1968: El idealista. El autor es el historiador de Stanford, Niall Ferguson.

Una película: “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella.

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