¿Por qué el dólar hoy es la gran amenaza para la exportación?

Después de un 2021 record en exportaciones de vino en botella para la Argentina, José Zuccardi, dueño de la bodega reconocida como la mejor del mundo por tres años consecutivos y presidente de Coviar, pronostica crecimiento del sector en 2022 pero alerta sobre el tipo de cambio

Economía 02 de marzo de 2022 Colaborador Colaborador
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José Zuccardi mira su celular. Sigue, en tiempo real, la tormenta de granizo que se desató en Mendoza. Dañina, provocó la rotura del techo de un shopping. Pero no afectó las zonas rurales de la provincia. Faltan días, horas, para la vendimia 2022 -la tradicional fiesta será este sábado- y, después de un 2021 que era toda incertidumbre y terminó siendo record en materia de exportaciones, la industria vitivinícola recibió este año con un blend de alivio y entusiasmo. 

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"Enfrentamos la cosecha con un panorama mucho más ordenado. No exento de amenazas ni problemas. Pero mucho más ordenado", dice el empresario, cara visible de Familia Zuccardi, el grupo que, a partir de Santa Julia, que su padre fundó en 1963, se consolidó como sinónimo de vino de alta gama, a punto tal que una de sus bodegas, Zuccardi Valle del Uco, fue premiada como la mejor del mundo en los últimos tres años (2019, 2020 y 2021) por parte la asociación The World's Best Vineyard.

Zuccardi es, además, presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), el ente público-privado que gestiona el Plan Estratégico 2030 (PEVI 2030), programa sectorial que, entre otros objetivos, apunta a generar exportaciones de vino fraccionado -es decir, en botella- por más de u$s 1000 millones anuales para fines de la década. El hito parece mucho más cercano después de un año, 2021, en el que el país despachó al exterior por u$s 888,5 millones en este concepto.

"Crecimos bien el año pasado. Y bien con algo muy importante: los vinos embotellados. Es donde está el valor agregado y a donde creemos que tiene que ir la vitivinicultura: a la construcción de marca, de relaciones con consumidores que eligen un producto que tiene identidad. Eso fue muy bien, creció 20%", celebra, en su diálogo con El Cronista.

Sin embargo, hubo caída en el vino a granel.

Sí. Pero pasó una cosa que me pareció virtuosa. Si bien cayó 46% en litros, sólo lo hizo 16,5% en FOB. Fue porque el precio promedio se incrementó 56%. Y no es que haya subido el precio internacional, sino que el país tomó un segmento más alto de la pirámide. Eso es bueno. Posiciona mejor. También hubo posicionamiento bueno en embotellados, donde el precio promedio creció 5 por ciento.

¿A cuánto?

La caja promedio (9 litros) de la Argentina pasó de u$s 33,34 a u$s 35,12. Que en fraccionados hayamos subido en volumen y también en precio muestra una valoración de parte del consumidor para el vino argentino.

¿Cuál es la proyección para este año?

Deberíamos sostenerlo. Pero tenemos una amenaza. El valor del dólar se fue deteriorando fuertemente. Empezamos el año pasado con un tipo de cambio que compensaba y lo terminamos con uno muy por debajo de la inflación. La divisa subió 20% y los costos, en promedio, lo hicieron más del 50%. La gran amenaza para la exportación de vinos -y, también, del país, en estos productos que no son commodities y tienen valor agregado- es que no tengamos un tipo de cambio que, por lo menos, siga la inflación o recupere parte de lo que subieron los costos el año pasado.

¿No es un boomerang? Una suba del tipo de cambio alimentaría más inflación...

Sí, es un dilema... Pero el año pasado los costos subieron igual. El dólar no subió como la inflación. Pero nosotros tuvimos un incremento del 80% en la botella, otro 80% en cartón... Con un proceso de escasez en varias cosas, además. La realidad es que, si fuera por el aumento del dólar, la inflación debería haber sido mucho menor. Y eso no ocurrió. 

Hoy, lo que necesitamos es que el dólar acompañe la inflación. Como mínimo. Que no pase lo mismo del año pasado. Esa es la gran amenaza. Por lo demás, no deberíamos dejar de crecer. El posicionamiento es bueno y los mercados son grandes. La participación de la Argentina en el comercio global de vinos todavía es chica, un 3%. Hay mucho terreno por ganar.

El consumo en el mercado interno cayó. ¿Por qué?

 
Tuvimos una disminución. Es parte del deterioro del poder de compra. No obstante eso, en determinados segmentos, siguió habiendo crecimiento. El comportamiento del mercado no fue homogéneo: se redujo en los de menor poder adquisitivo y creció en los de mayor. La lectura es que, como producto, el vino no está comprometido. En el aspiracional, está.

¿Qué pasará este año?

Dependemos mucho del poder de compra de la gente. Estará en línea con lo que pasó el año pasado. Nuestras proyecciones consideran el consumo interno en los mismos niveles que en 2021.

¿Sirven los acuerdos de precios? El año pasado, se generó mucho ruido cuando se incluyeron las bebidas alcohólicas y el Secretario de Comercio, Roberto Feletti, defendió "el derecho del trabajador a tomarse un vino en las Fiestas".

Son paliativos. Al final, la realidad de los mercados surge. Somos un mercado competitivo. El año pasado, los precios del vino en el mercado interno subieron mucho. Pero venían de un atraso fortísimo. No habíamos subido en dos o tres años. En nuestro caso, los acuerdos son paliativos que no resuelven la situación.

El año pasado, hubo problemas logísticos y operativos, de disponibilidad de flete para exportaciones y de provisión de insumos, como botellas, que afectaron a la producción del sector. ¿Se resolvieron?

Existe todavía escasez de espacios en busques y contenedores. Pero, así y todo, crecimos. Deberíamos poder sostener eso. El problema de las botellas se agravó por un par de accidentes en las fábricas locales, que limitaron la oferta y, en sentido opuesto, hubo un crecimiento de demanda: la pandemia generó un mayor consumo de botellas de vidrio. No está resuelto el tema. Si todo va bien, en la segunda quincena de abril, tendremos a las dos cristalerías del país trabajando a full. Esperamos salir de eso.

¿Hay dificultades para conseguir insumos importados?

Es muy poco lo que se compra afuera. Este sector tiene un nivel de integración muy fuerte. Somos de las industrias que el país necesita: consume pocos dólares de afuera y los genera con sus exportaciones y, también, con el turismo vitivinícola. De ahí la preocupación con el tipo de cambio. De sostenerse esta brecha cambiaria, dañaría a las exportaciones. Por eso, es importante encontrar una solución. Que, mínimamente, el dólar acompañe la inflación y compense parte de lo que se quedó atrás el año pasado.

Mencionó el enoturismo. ¿Se recuperó?

Con el turismo vitivinícola, hemos incrementado el empleo. A medida que se abrieron los vuelos internacionales, los brasileños han vuelto. Todavía, no en los niveles pre-pandemia. No se reactivó 100% por la falta de frecuencias. Pero, como destino, el enoturismo ha convocado a mucha gente. Extranjeros que vienen a gastar sus dólares acá y argentinos que, en vez de usarlos en el exterior, los dejan en el país.

¿Qué mercados de exportación son los que más crecieron el año pasado?

Brasil creció mucho. Pasamos de ser el tercer exportador de ese país al segundo, con un crecimiento muy fuerte (31%). Relegamos a Portugal y estamos sólo detrás de Chile, con una oferta de precio promedio más alta. El año pasado, tuvimos un precio promedio de u$s 26,5 y, en enero, ya estuvimos en u$s 30. En Brasil, hay una valoración de los vinos argentinos muy buena.

¿Y en otros mercados?

En los Estados Unidos, en enero, tuvimos un precio promedio de u$s 38,70, de u$s 28,20 en el Reino Unido y de u$s 33 en Holanda. En 2021, crecimos 11,3% en los Estados Unidos y 11% en el Reino Unido. Pero Brasil fue el de más incremento. Después, Canadá: 24,5 por ciento.

En materia de exportaciones, días atrás, las bodegas locales alzaron la voz contra empresas chilenas y de los Estados Unidos por la indebida utilización de la marca Patagonia para sus vinos. Anticiparon que le pedirían recursos a Coviar para instrumentar las medidas que fueran necesarias.

Estamos en contacto. También con el Gobierno de Río Negro, que es parte de Coviar. Vamos a hacer las acciones y a ayudar en todo lo que podamos. En la gestión y en los recursos económicos para poder dar esa pelea.

¿Cuál es la postura?

No hay punto de negociación: pueden usar la denominación Patagonia las bodegas que están en la región, siempre y cuando, el organismo fiscalizador, que es el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), certifique que las uvas vienen de ahí.

Uno de los aludidos (Concha y Toro) dijo que tiene los permisos para utilizarla.

Somos absolutamente respetuosos de las indicaciones geográficas nuestras y de los demás países. En el vino, la identidad deviene del lugar donde se elabora. Esa identidad geográfica debe ser respetada por encima de todo.

Entonces, en eso, no hay punto de negociación.

En eso, no hay arreglo: los nombres geográficos son preexistentes a las marcas. Y, por lo tanto, patrimonio de las regiones. Deben ser respetados.

¿En qué influye en su negocio que el país tenga un acuerdo con el FMI?

En lo que hace la diferencia es en la posibilidad del país de honrar sus compromisos. Hoy, para los argentinos, los plazos de pago afuera se acortaron. En este momento, no hay posibilidad de que, por ejemplo, te financien una compra de maquinaria a más largo plazo. Te piden mayor porcentaje de pago y tiempos más cortos. El crédito se achicó: tenés menos herramientas financieras del proveedor. Por más que confíen en vos como empresa, frente a la amenaza de que el país pueda entrar en default, toman sus precauciones.

¿Cómo pueden afectar la invasión sobre Ucrania y, sobre todo, las sanciones a Rusia a las exportaciones de vino argentino?

 

En términos numéricos, el impacto es irrelevante. El año pasado, se exportó sólo vino fraccionado a esos dos países: 450.000 cajas a Rusia y 54.000 a Ucrania. Poco más del 1,5% del total de exportaciones entre los dos. Lo que sí le agrega es una nota de incertidumbre para todas las actividades, difícil de predecir. Pero, en términos de volumen, no son mercados significativos: 1,34% uno y 0,2% el otro.

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