Agustín Rossi: Definiciones sobre las FFAA, Vicentin y la pandemia

En esta entrevista a fondo, el ministro de Defensa plantea los desafíos de las Fuerzas Armadas ante el nuevo escenario global y los planes económicos para la post pandemia. Sobre los roces al interior del Frente de Todos, Rossi afirma: “si nos comportamos como una asamblea universitaria, la oposición más virulenta se hace un festín”.

Política - Opinión22 de septiembre de 2020ColaboradorColaborador

Por Diego Leonoff - Canal Abierto

“Estamos frente al momento más agresivo de la pandemia y en el último tramo de la renegociación de la deuda. A esa coyuntura hay que agregar la re aparición de un sector de la oposición más virulenta que busca utilizar cualquier elemento para intentar dañar al Gobierno”, señala Agustin Rossi, y agrega: «Hoy hay que fortalecer el liderazgo del Presidente».

En esta entrevista exclusiva con Canal Abierto, el ministro de Defensa de la Nación responde todas las preguntas: desde los roces al interior del Frente de Todos y el caso Vicentin, hasta el lugar que ocuparon las Fuerzas Armadas en la pandemia y los planes de reactivación de Fabricaciones Militares. Además, su visión sobre el escenario geopolítico y cómo será la estrategia de Argentina en la región.

– ¿Cuál fue el rol de las Fuerzas Armadas en la pandemia?

– El Presidente ordenó poner todos los esfuerzos y capacidades de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) en la lucha contra la pandemia. En lo operativo, dividimos la Argentina en 14 regiones y comandos que funcionan a requerimiento de las jurisdicciones locales, del Ministerio de Defense y el Ejecutivo nacional. Nosotros no decidimos unilateralmente dónde y cómo actuamos, sino que hay otras instancias que nos solicitan ir a un lugar o resolver tal problema.

Cada día hacemos 80 o 90 actividades que implican movilización de personal y de medios. Al día de hoy ya participamos en 8700 tareas de este tipo desde el inicio de la pandemia. La cantidad de tareas, simultaneidad y territorialidad hace que sea el despliegue militar más importante después de la Guerra de Malvinas. En distintos momentos de estos más de 120 días se desplegaron cerca de 60 mil hombres y mujeres en todo el país.

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– ¿Qué tipo de actividades realizaron en estos meses?

– Las actividades mayoritarias son elaboración y distribución de comida en caliente, armado y distribución de bolsones de alimentos e insumos para higiene, y el fortalecimiento de las estructuras hospitalarias de cada una de las provincias. Otra tarea importante fue el mejoramiento de la estructura sanitaria en los 17 hospitales militares, el despliegue de dos hospitales reubicables y la construcción de un centro de aislamiento en el apostadero naval Buenos Aires. En estos meses logramos aumentar notablemente la cantidad de camas críticas, de terapia intensiva.

A su vez, nos pusimos a fabricar alcohol en gel en los laboratorios que tenemos, confeccionamos camisolines, barbijos y cofias para el personal de sanidad. Además, con la Fuerza Aerea hemos hecho vuelos de repatriación de argentinos varados en el exterior, distribución de recursos y personal médico. En lugares como Córdoba, Salta o Rio Gallegos, nuestros oficiales aportaron en materia de organización y logística de tareas en el territorio.

Hay otras iniciativas que tienen también mucho de simbólico. Por ejemplo, en Bariloche hacemos un reparto de leña donada por Parques Nacionales para varias comunidades mapuche. Y digo simbólico porque la historia de las FF.AA y los pueblos originarios no siempre coincidieron de una forma feliz.

– No sé si habrá visto un video que circula hace días, y en el que el Almirante de la Marina de los Estados Unidos Craig S. Faller presenta a Trump a militares de Colombia y Brasil, y donde asegura «trabajan para mí». ¿Qué le generan imágenes como esas? ¿Cuál es la estrategia geopolítica que debería encarar la Argentina para la región y el mundo?

– No me sorprende. Brasil y Colombia tienen una clara política de alineamiento con los Estados Unidos, incluso con espacios jerárquicos dentro del Comando Sur. Usted sabe que el Plan Colombia (acuerdo bilateral entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos) le ha significado un flujo de recursos y una potencial logística al ejército colombiano. Brasil, por su parte, es la séptima economía del mundo. Ambos ejércitos son los más importantes de América Latina.

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Nosotros tratamos de tener una buena relación con las FF.AA. brasileras. Es más, desde que se desató la pandemia, me he comunicado en no menos de tres oportunidades con el ministro de Defensa de Brasil -que es un militar- para intercambiar experiencias. De hecho, tenemos conformada una comisión con nuestro Jefe del Estado Mayor de las FF.AA y el subsecretario de Asuntos Internacionales del Ministerio, y su contraparte brasilera. Vamos a avanzar en los mismo con Uruguay y Paraguay, que son los países originales del Mercosur, y algo similar con Chile.

Nuestra posición es de sostenimiento de buenas relaciones con todos los países del mundo y cooperación. Claramente, miramos lo que pasa en el mundo y tenemos posiciones, pero no tomamos partido respecto de lo que no incumba los intereses de nuestro país. Sí reivindicamos la construcción de un sistema de defensa regional, lo mismo que teníamos cuando estaba vigente la UNASUR. Con Chile, por ejemplo, tenemos un trabajo de colaboración en la zona del Estrecho de Magallanes e inclusive en la Antártida, donde armamos una patrulla marítima de acción combinada. Nuestra voluntad es llevar esa colaboración a la tierra, a la Antártida, y lograr un refugio conjunto. Y con Brasil tenemos una relación histórica muy buena, independientemente de los signos políticos de los gobierno de cada país.

– El Gobierno viene planteando distintas medidas o planes de cara a la post pandemia, ¿esto incluye proyectos vinculados al sector de Defensa?

– El equipamiento hoy es claramente deficiente. Necesitamos re equipar a las FF.AA. En los últimos años, la política en este sentido quedó atravesada por dos concepciones: por un lado, de aquellos sectores más progresistas y comprometidos con la democracia -y a partir del fantasma del rol que habían tenido las FF.AA. durante mucho tiempo- que veían el desfinazamiento como una forma de quitarle poder al “partido militar”; y por otro lado, quienes impulsaron las ideas liberales decían exactamente lo mismo, que había achicar el Estado y las FF.AA. Creo que hoy estamos en una etapa distinta. El oficial más antiguo que tienen las FF.AA., el Jefe del Estado Mayor Conjuntos, tuvo como primer destino Tartagal en el año 1984, en calidad de subteniente y bajo el gobierno democrático de Raul Alfonsín. Hoy no hay personal en actividad que haya tenido algún rol durante los siete años de dictadura militar.

Estas dos visiones que atravesaron nuestro país en las últimas décadas hicieron que nuestro país, y en comparación con Latinoamérica, haya decrecido en equipamiento e inversión en materia de defensa.

Para cumplir con las funciones de defensa que impone nuestra Constitución Nacional, las FF.AA no sólo tiene que tener personal formación e instrucción acorde a tiempos democráticos sino también el equipamiento acorde.

Estamos en un mundo donde no hay conflictos bélicos extendidos, lo que no significa la ausencia de tensiones. Somos el octavo país en el mundo en superficie, sub poblado, con una enorme cantidad de riquezas y recursos naturales. Además, creo que tener una política en materia de defensa también hace a la autoestima de los pueblos. Un pueblo que se siente defendido, se siente cuidado y con la estima alta.

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– La semana pasada hablamos con trabajadores de la planta de Fabricaciones Militares de FanAzul y nos planteaban varios planes de reactivación después del vaciamiento y los cientos de despidos durante el macrismo. A los pocos días incluso circuló la versión de una estrategia concreta, para cultivar cannabis para uso medicinal en las tierras de esa fábrica militar.

– Mi propuesta es desarrollar la industria de la defensa para generar puestos de trabajo, fortalecer una cadena de valor, sustituir importaciones, aumentar el valor agregado de nuestro trabajo y, al mismo tiempo, equipar a las FF.AA. Hay un proyecto que ya fue aprobado en Diputados, y que esperamos se trate rápidamente en el Senado, para crear el FONDEF (Fondo Nacional de la Defensa). Implicaría destinar el 0,5% del Presupuesto para el desarrollo de la defensa en Argentina.

Yo me comprometí a reabrir FanAzul y, de hecho, ya designamos un director, estamos en una auditoría técnica y de limpieza para poner en orden lo que está allí. La verdad es que da un tristeza enorme ver el estado en el que está la planta. Vamos a tener que invertir muchísimo para que vuelva a funcionar, y habrá que ver si vuelve a producir lo mismo que supo producir. Hay una variedad de alternativas. Pero para pensar en reincorporar personal, tenemos que tener planes de negocios y de producción.

– Y sobre este rumor sobre la posibilidad de avanzar en el cultivo de cannabis medicinal…

Hay terrenos, y se visualizó eso. Pero hay que ver cuál es la legislación vigente. Hay otras alternativas, como la desmilitarización de municiones, la reducción de las placas de los chalecos policiales en desuso.

Otra opción sería lograr una mayor cantidad de ordenes de compra de chalecos antibalas, y entonces evaluar la posibilidad de armar una linea de producción.

La decisión política está, pero todavía estamos en una etapa de auditoría por la propia seguridad de los trabajadores.

– Después de lo que parecían ser chispazos al interior del Frente de Todos, usted fue uno de los funcionarios que salieron a bajar tensiones.“Hoy lo más importante es bancar a Alberto”, dijo. ¿Existen visiones tan disímiles o encontradas al interior, o se trata de una exageración mediática?

– Las coaliciones se dan entre quienes piensan parecido y no entre los que piensan igual. La diversidad es, por lo tanto, inherente a nuestro espacio.

La coalición tuvo una arquitectura maravillosa diseñada por Cristina Fernández de Kirchner y demostró su éxito en lo electoral. Ahora somos una coalición que debe demostrar su éxito a la hora de gobernar. Lo que yo pienso es que nuestra comunicación política ante el conjunto de la sociedad que nos está mirando, no como una asamblea universitaria, sino como quienes tienen la responsabilidad de gobiernar. Por eso tenemos que ser más claros y precisos, y transitar por los denominadores comunes en los que el 100% de la fuerza está de acuerdo y no sobre los márgenes, donde hay claramente diferencias.

El Presidente asumió el 10 de diciembre de 2019 con una crisis económica que terminamos de conocer en su gravedad e intensidad con la llegada al gobierno. Desde entonces, cumplimos con múltiples promesas electorales: por ejemplo, hoy los jubilados argentinos tienen medicamentos gratis, o bien la la Tarjeta Alimentar como herramienta de lucha contra el hambre.

El 1 de marzo el Presidente va a la asamblea legislativa y da un discurso fundacional de su gobierno. El 3 de marzo tenemos el primer caso de Covid-19 en Argentina y el 9 de marzo la OMS declara la pandemia. La realidad es que tenemos más días gobernando con pandemia que sin ella. El Presidente se puso al frente de la gestión frente al Covid-19, y lo hizo muy bien.

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A los problemas que la mayor parte de los paises del mundo tuvieron que enfrentar por la pandemia, nosotros además tuvimos que resolver el problema de una deuda que generaron otros irresponsablemente. En esto el Presidente también se puso al frente. Incluso desarrollamos varios instrumentos para enfrentar los problemas que sumó la pandemia, y que son valorados por todos, como el IFE o el ATP.

Si bien aparecen algunas señales tenues de recuperación económica, ahora estamos frente al momento más agresivo de la pandemia y el último tramo de la renegociación de la deuda. A esa coyuntura hay que agregar la aparición de un sector de la oposición mucho más virulento que utiliza cualquier elemento para tratar de dañar al gobierno.

Con lo que hicimos y en esta coyuntura, lo que hay que hacer fortalecer el liderazgo del Presidente. ¿Significa que pensemos todos igual? No. ¿Significa que tenemos que esconder las diferencias? Tampoco. Si un compañero considera que es necesario decir que está en desacuerdo con lo que dijo el representante argentino en Naciones Unidas respecto a la situación en Venezuela, que lo diga. Pero le pido, por favor, que primero recite seis o siete puntos sobre los cuales estamos de acuerdo, y que unifican a la totalidad de quienes integramos el Frente de Todos.

Yo conocí a Nestor Kirchner en 2002 y hace 18 años que transito este camino, pero en los momentos difíciles salimos con fuerte liderazgo y unidad detrás de ese liderazgo. Eso es lo que aspiro a que tenga hoy nuestro espacio político. Si en lugar de comunicar todo esto y sólo aparecen las diferencias, la verdad es que parecemos universitarios y dejamos que periodistas y opositores se hagan un festín.

– Entiendo que cuando se refiere al periodismo hace alusión a buena parte de los medios hegemónicos…

– No es una crítica al periodismo. Si un espacio oficialista expresa diferencias, es lógico que el periodismo resalte esas diferencias.

– Sobre todo con un periodismo y un sector de la oposición que es cierto que suele estar a la espera de “oler sangre” para salir a atacar…

– Efectivamente.

– Justamente, en relación a uno de esos temas donde pareciera haber diferencias, me gustaría conocer su opinión sobre cuál debiera ser la mejor estrategia con el caso Vicentin.
Yo comparto la estrategia que está llevando adelante el gobierno de la provincia de Santa Fe, de un fideicomiso y empresa mixta donde puedan aparecer los damnificados por Vicentin. Creo que ese es el camino.

– Aún teniendo un Poder Judicial -en este caso, el juez Fabián Lorenzini de Reconquista- con un claro sesgo a favor de los empresarios que vaciaron la empresa…

– Yo nací en la localidad de Vera, a 70 kilómetros de Reconquista. Cuando sale a la calle, ese juez debe encontrarse con 90 Vicentin en los primero 100 metros de caminata. Es imposible que no haya un sector de la población, aunque no toda, que genere un sentido de pertenencia para con la empresa o alguno de sus dueños y directivos. En cambio, al Estado nacional lo ven lejos, en la Ciudad de Buenos Aires.

Lo único que no se puede hacer en política es tratar de acomodar la realidad a lo que uno piensa. El otro día un periodista me decía lo siguiente: hay alrededor de 2000 productores que son acreedores de Vicentin, pero seguramente ninguno de ellos salió a protestar a favor de la expropiación.

Lo mejor que puede hacer la conducción actual de Vicentin, los Nardelli o Padoán, es irse. Lo que han hecho con una empresa con 90 años de historia no me merece ninguna estima, ni me genera ningún respeto. El endeudamiento, vaciamiento y fuga de capitales tiene que investigarse en la justicia.

El Presidente, con la mejor intención, vió que había una empresa que se estaba hundiendo y salió a rescatarla. El problema fue que los que se estaban hundiendo no querían que los rescatara. Luego, sobre eso se monta la oposición política, en un intento vano por generar el clima que ya vivimos en la 125. Pero, por suerte, el Presidente escapó de ese lugar.

Por todo esto, creo que la estrategia o propuesta del gobierno de Santa Fe es la mas razonable e inclusiva con el sector agropecuario.

Otro cuestión es la causa judicial que investiga a las autoridades, tanto del Banco Nación como de Vicentin, por lo que parece haber sido un crédito multimillonario irregular que, por cierto, no hubo intención de pagar ni de cobrar.

Fuente: Canal Abierto

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