Objetivo inflación: El Gobierno controlará cerca de 90 mil productos y busca un nuevo orden económico

En el equipo económico circula un borrador del objetivo de inflación para el 2022. Mientras, monitorean con un Excel miles de productos, todos los días

Economía 25 de agosto de 2021 Colaborador Colaborador
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En plena campaña electoral, la presión sobre Martín Guzmán tiene dos puntos bien claros. Uno, que debe evitar una suba del dólar; no sólo en el canal "oficial" sino también de las cotizaciones "alternativas" (contado con liqui, MEP y "blue"). La otra presión tiene que ver con los precios: la inflación debe acercarse al 2% mensual para las elecciones de noviembre.

"Los votantes deberían darse cuenta de que hay una clara desaceleración", comenta a iProfesional un funcionario clave del equipo económico.

Sobre su escritorio, uno de los colegas de Guzmán en el gabinete tiene escrito algunos de los objetivos. El cálculo es que este año debería finalizar con una inflación del 42%. Unos puntos por debajo de la estimación que hacen en las consultoras privadas.

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En el equipo económico circula un borrador del objetivo de inflación para el año que viene: 35%. Es decir, una baja muy leve respecto de este año. Pero desaceleración al fin. Siempre y cuando se cumpla con esa meta, claro.

Esa baja gradual de la inflación contempla un ajuste en las tarifas, pero de ninguna manera única para todos. Los funcionarios se encargan de aclarar que habrá una segmentación, y que no habrá aumentos de las boletas de la luz y del gas por igual para toda la sociedad. Incluso, desde Economía, reconocen que ya se pidieron informaciones tanto al Banco Central como a la AFIP y a otros organismos para determinar esa segmentación tarifaria.

Puertas adentro de los despachos y en estricto off the record, los funcionarios admiten que la inercia inflacionaria será muy difícil de derrotar en la Argentina que lleva varios años consecutivos de inflación superior al 40% anual.

Control "minuto a minuto"

La preocupación más grande de los funcionarios se vincula con el precio de los alimentos. En especial de algunos rubros.

En un hipotético semáforo, los lácteos se encuentran con luces rojas: en los últimos meses vienen encareciéndose por encima del promedio, incluso de la carne, que es el sector que más dolores de cabeza le generaron a los funcionarios.

Como adelantó iProfesional, la decisión es reabrir las exportaciones de carne de manera muy gradual. Temen que, de otra manera, vuelvan las presiones sobre los precios.

En un intento por morigerar la escalada, funcionarios reabrieron negociaciones con las empresas líderes de cada sector. También, con las fabricantes de insumos. Incluso con aquellas compañías que abastecen de envases (plásticos, papel, cartón, tintas) para tratar de achicar márgenes.

Paula Español, la poderosa secretaría de Comercio Interior, recibe en su computadora personal nada menos que 90.000 precios de alimentos todos los días. Su equipo le armó una especie de "alerta temprana" en caso de que haya movimientos de precios llamativos. Funcionarios del área suelen llamar a las empresas en cuestión para interiorizarse de los aumentos.

Español, admiten incluso los empresarios, se diferencia de la gestión de Guillermo Moreno no solamente por los mejores modales. "Yo gestiono con el Excel. Acá hay muy buena información de la estructura de costos de todos los productos. Tengo armada la estructura de costos hasta del alimento para mascotas", suele decirles Español, en una búsqueda por diferenciarse del polémico funcionario que la precedió en la anterior administración kirchnerista.

En el equipo económico circula el argumento de que la aceleración inflacionaria de los últimos meses -que sólo se morigeró desde que el Banco Central planchó la cotización del dólar mayorista- tiene que ver con la recomposición de los márgenes de los empresarios, que vieron afectados sus balances en medio de la pandemia.

"Es una dinámica que se está agotando. Todo tiene un límite", dice a iProfesional uno de los principales funcionarios del gabinete económico. "Ahora el problema que tenemos se llama ‘inercia’. Necesitamos que la desaceleración sea permanente y que lleguemos a fin de año con una inflación mensual del 2%", agrega.

Ese es el único escenario que, creen en el gabinete económico, permitirá que los ciudadanos perciban una mejora en su bolsillo, en los próximos meses, ya de cara a las elecciones de noviembre.

El Gobierno viene tomando medidas para lograrla mejora en el nivel de consumo masivo, pero ninguna tendrá el efecto buscado si la inflación continúa en torno del 3%. Encima, sin demasiado margen fiscal ni monetario para utilizar al Estado como plataforma de lanzamiento de iniciativas pro consumo, todo lo que se anuncia parece escaso en relación a la profundidad y extensión de la crisis.

Lo que está claro es que el Gobierno pondrá todas las fichas en una recuperación del consumo popular antes de las elecciones. Algo que la aceleración inflacionaria impidió por ahora.

¿Logrará este objetivo? ¿La emisión de moneda podría derivar en más temblores cambiarios? ¿O en una aceleración de los precios de la canasta básica?

Por supuesto que en todo el análisis, las espadas económicas del Gobierno descartan un salto cambiario para los próximos meses. Ni siquiera una aceleración demasiado brusca en la depreciación diaria del tipo de cambio.

"Vamos a mover más rápido al dólar recién cuando nos convenzamos de que la desaceleración inflacionaria ya se logró. No antes", define el funcionario clave de la administración.

En los despachos oficiales aseguran que habrá un acuerdo con el FMI antes de marzo. Sin ese pacto, el escenario sería inmanejable.

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La gran incógnita que queda pendiente refiere a la suerte de la brecha cambiaria, que vuelve a estar bajo presión a pesar de las medidas del BCRA, y que posiblemente aumentará en las próximas semanas, a medida que se acerquen las elecciones.

Para Guzmán y el resto del equipo económico, los $195 del año pasado quedaron instalados como una barrera "psicológica" . "Una cotización de descontrol, que no queremos que llegue durante la campaña. Es el precio del miedo", define el mismo funcionario en su diálogo con iProfesional.

En las últimas semanas, el BCRA vino incrementando su intervención en el mercado del CCL. Mantener la brecha en torno al 80%/85% le cuesta entre u$s10 millones y u$s15 millones diarios.

En lo que va de agosto, esas intervenciones ya superaron los u$s180 millones.

¿Qué dirá sobre la brecha el acuerdo con el FMI? Seguramente habrá metas de acumulación de las reservas del BCRA. El Gobierno está obligado a ganar credibilidad. Los mismos funcionarios reconocen que esa será la única manera de empezar a ganarle la guerra a la inflación desbocada.

Fuente: iProfesional

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