Gerardo Ferreyra: "Hay que encontrar un equilibro virtuoso entre el Estado y el sector privado"

El empresario energético dialogó con la Agencia Paco Urondo en el marco de un ciclo de entrevistas sobre planificación y política pública. "Muchas veces, el empresario prefiere no crecer pero que el sindicato esté más domesticado".

Política - Opinión16 de marzo de 2022ColaboradorColaborador
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En esta entrega del ciclo de entrevistas sobre planificación, gestión y política pública conversamos con Gerardo Ferreyra, quien fue vicepresidente del grupo Electroingeniería e iniciador del proyecto Represas Patagonia. Ingeniero por la Universidad Nacional de Córdoba, Ferreyra estuvo nueve años preso entre 1975 y 1984 a raíz de su militancia en el PRT-ERP, y un año más en 2018 por la “causa de (las fotocopias de) los cuadernos”, durante el gobierno de Macri. Su voz aporta a este ciclo una visión desde el empresariado nacional, centrada en la cuestión energética y planteando una apuesta de vinculación con China, Rusia y demás países emergentes para la inversión en infraestructura.

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APU: Desde el punto de vista del empresariado nacional, ¿qué papel cree que debería tener la planificación del desarrollo llevada adelante por el Estado?

Gerardo Ferreyra (GF): La planificación es clave, particularmente en lo que hace a la energía, que es mi especialidad. El tema energético es central en las sociedades en general y en Argentina en particular, también internacionalmente, en todos los conflictos que hay en el mundo, y en la gobernabilidad de las sociedades. Creo que Argentina tiene que recuperar tradiciones de los gobiernos que han planificado la cuestión energética sobre la base de la diversificación de la matriz. Ya desde 1947 se planificó en Argentina el desarrollo industrial. Tenemos todos los recursos posibles para construir una matriz diversificada y soberana. La dependencia pone al país en condiciones de que un conflicto internacional lo golpee seriamente y lo deje en condiciones de ingobernabilidad, o de aumentos desproporcionados de los servicios básicos de la energía (sea eléctrica, combustibles, etc.), que es lo que puede pasar hoy en día.

Argentina, ya desde 1947, planificó el desarrollo de la energía nuclear y tenemos experiencia en ello con tres centrales importantes, que se construyeron a partir de los años setenta: Atucha I, Embalse y Atucha II. Entonces, eso es energía base. Después, el país también tiene gas y petróleo: convencional o no convencional (como Vaca Muerta), y luego tiene recursos hidroeléctricos que también debe aprovechar, de manera que una crisis de abastecimiento de petróleo o de gas no nos ponga en una situación de ingobernabilidad, o que un proceso de sequía que impacte sobre las centrales hidroeléctricas tampoco nos ponga en riesgo. Debemos diversificar la matriz energética. Hay pocos gobiernos que lo han hecho: Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner. En el gobierno de este último se retomó el plan nuclear: primero con la terminación de Atucha II hacia 2010-2011, luego con el desarrollo de un nuevo Plan Nuclear Argentino y también con la construcción de dos nuevas centrales nucleares: Atucha III y Atucha IV. También, se construyeron centrales hidroeléctricas y se aumentó la capacidad de generación térmica: fundamentalmente con gas, que es la menos contaminante de las energías.

O sea, estoy de acuerdo con la planificación estatal, porque las grandes centrales energéticas, ya sean nucleares, ciclos combinados (que son térmicas) o hidroeléctricas, son emprendimientos que tiene que hacer el Estado asociándose con otros Estados y también dándole una participación a los privados en los proyectos.

APU: ¿Qué balance hace de las experiencias de planificación estratégica del área de energía?

GF: En esos años hubo una verdadera planificación para el desarrollo industrial y la inversión en una infraestructura energética estratégica, como decía antes. Eso fue producto de una visión estratégica. En Argentina tenemos cincuenta años de experiencia en el desarrollo de energía nuclear, que fue cortado en los años del menemismo, pero la comunidad nuclear -científicos, expertos, ingenieros- está, el conocimiento también. Atucha II se ha completado con la administración y dirección del proceso por parte de NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A.), que adquirió la capacidad de completamiento de la central nuclear, la puesta en marcha y la operación. También se hicieron inversiones importantes en ciclos combinados, que funcionan a combustible múltiple, lo cual da soberanía energética porque funcionan a gas o si no a una combinación de gasoil y biodiesel, y ambos se producen en el país. Luego de 25 años de paralización en proyectos hidroeléctricos de envergadura, el kirchnerismo puso en marcha en 2012, con una licitación internacional, el proyecto de las represas patagónicas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.

O sea, se trató de una generación diversificada y soberana. Todos estos combustibles que mencioné (nuclear, ciclos combinados e hidroelectricidad) se disponen en el país, incluso es generación soberana. Nos mantiene al margen de las crisis como la que ocurre ahora (a raíz de la guerra en Ucrania), que dispara el precio del petróleo y el gas, y automáticamente se disparan de manera exponencial los precios a los usuarios, que después no pueden pagar la energía y eso genera ingobernabilidad. Eso, visto desde el punto de vista de la generación. Desde el punto de vista del transporte de la energía, en esos doce años prácticamente se duplicó la red existente, que pasó de los 7.500 kilómetros de líneas de alta tensión a 13.000 kilómetros, y también interconectó a nueve provincias que estaban aisladas (solamente había catorce provincias interconectadas al sistema argentino de interconexión). Eso es una política de desarrollo industrial soberano e inclusivo, porque ninguna de las provincias patagónicas estaban interconectadas al sistema argentino de interconexión, tampoco Misiones. Por supuesto, ese plan fue muy ignorado por los medios. Hoy, todas las provincias están interconectadas, tienen un despacho único de energía y un mercado único. Lo único que faltó es la provincia de Tierra del Fuego, que está interconectada con todo un gasoducto submarino, pero no está conectada desde el punto de vista eléctrico.

Eso, desde el punto de vista de generación y transporte. Lo otro que falta es la parte de distribución de la energía, eléctrica en este caso. Eso ha quedado en manos de privados y también en manos de empresas provinciales (estatales algunas y privadas otras). Es la parte si se quiere más débil del sistema eléctrico. En general, entre los doce años y medio del kirchnerismo no hubo fallas en el abastecimiento a la población por problemas de generación o del sistema de transporte, sino que las fallas que ocurrieron, o el desabastecimiento, los cortes, vinieron en la parte de las distribuidoras, porque allí no se hicieron las inversiones convenientes. Todo eso se hizo para atender la creciente reindustrialización que tenía el país, porque ese fue otro de los aciertos de las políticas de Néstor y Cristina: sin industria no hay país.

Si el país solamente se dedica a producir las industrias del campo o las extractivas, no hay generación de mano de obra (simple y calificada), y el crecimiento es para unos pocos y sobramos veinte millones de argentinos. Entonces, tiene que haber industria de la alimentación para generar valor agregado, tiene que haber industria también de la actividad extractiva (como, por ejemplo, el litio generarlo aquí: las baterías, que son futuros motores de vehículos eléctricos), y generar toda la actividad industrial que tiene capacidad en la Argentina: la fabricación histórica de vehículos, camiones, energía nuclear (que es una industria de industrias), etc. Entonces, eso se hizo durante el kirchnerismo: casi se duplicó la red de transporte y el parque de generación, se modernizó, para atender el crecimiento industrial, que requiere mucha energía para sus necesidades. Eso, en respuesta de lo que debe ser el crecimiento industrial de un país.

APU: Durante el período 2003-2015, hubo una apuesta por reformular el rol del Estado en la economía y la sociedad. ¿Cómo definiría usted el rol que asumió este durante aquel período, en comparación con las etapas anteriores? ¿Cree que la planificación aportó algo importante en esa reformulación/continuidad, o es un elemento secundario?

GF: La planificación es una herramienta fundamental que usan todos los países que disputan el liderazgo en el orden mundial, los cuales han llegado al lugar que tienen por una planificación que tiene que estar a cargo del Estado. Por caso, China y Rusia. Es imprescindible la planificación estatal. Lo que sí, yo he hecho el balance de lo que fue Argentina después de 1955: hasta ahí hubo planificación estatal con muy buenos resultados para la industrialización, para el nivel de empleo, para la cuestión de derechos (laborales, sociales), desarrollo de industrias nuevas. Esa etapa fue, desde el punto de vista de la planificación y el crecimiento industrial, virtuosa. Luego, como bien sabemos, producida la caída de Perón, vinieron el derrumbe de la planificación estatal, el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1956, que es el ordenador de cómo deben ser las sociedades después de la Segunda Guerra Mundial.

Si uno tiene excedentes en la balanza comercial, como tienen China y Rusia, es decir, exportar más de lo que se importa, y tiene a su vez superávit, como tuvo Néstor Kirchner en los primeros cuatro años de gobierno, entonces con esos excedentes cada país es libre de destinarlo a donde mejor considera. Ya sea al subsidio, si hay una parte de la sociedad que no tiene recursos suficientes, al desarrollo si hay actividades que solo el Estado las puede hacer, o a otras necesidades.

Por ejemplo, por citar un caso ahora muy actual: en Rusia, a partir del ascenso de Vladimir Putin al gobierno, que se produce en el 2000, hay una política de revalorización del Estado y de invertir en energía fuertemente y generar excedente. Un rol como Estado, ya sea con empresas estatales, privadas o mixtas, que apunta a una planificación del desarrollo de la energía nuclear, del gas (sea convencional o shale), del petróleo y del transporte de esa energía hacia el mundo. Ese rol le permitió a la Federación Rusa tener durante casi veinte años excedentes que destinó donde el Estado consideró que era conveniente. Entre otras áreas, a la tecnología nuclear, donde hoy tiene un desarrollo tecnológico de punta, líder en el mundo. Pero también lo dedicó a la industria del armamento y Rusia tiene hoy, además, 620 mil millones de dólares de reserva, porque generó excedentes a partir de las capacidades que tienen como país.

China hizo lo mismo, solo que en vez de la energía, fue y es la fábrica del mundo, tiene capacidades para fabricar de todo lo que demanda la sociedad de consumo. Abastece al mundo, genera entonces formidables superávits, comerciales y de la balanza de pagos, acumulan reservas, y entonces soberanamente deciden dónde aplican esas reservas.

Eso es lo que tiene que hacer la Argentina: tomar los modelos virtuosos, que la acumulación se produzca, es decir, el superávit, y después el Estado, soberanamente, decida dónde aplica esto. No dejarlo en manos de la especulación. El neoliberalismo también tiene una política que en algunos países hegemónicos (Estados Unidos, Alemania, etc.) genera superávit, ¿pero a dónde lo destinan? A la acumulación de riqueza, no al desarrollo de la infraestructura de un país y menos aún a colaborar con otros países para que se desarrollen, como hacen China y Rusia.

APU: ¿Considera exitosa la estrategia de desarrollo nacional desplegada durante el ciclo de gobiernos kirchneristas? ¿Qué faltó para que el desarrollo fuera sostenible -en lo económico y en lo político- y para transformar la estructura productiva nacional con mayores grados de complejidad, valor agregado y contenido tecnológico?

GF: En general las políticas desarrolladas fueron virtuosas en todos los órdenes de lo que es energético y para la sociedad en general, porque hubo un crecimiento y una industrialización importantes, bajó mucho el desempleo, se generaron derechos. Basta ver lo que se logró con el poder adquisitivo del salario de los trabajadores, que llegó a ser -como marca Cristina- el país con el salario mínimo más alto y el salario promedio más alto de América Latina, un logro muy importante. Todo eso se logró, además, sin endeudamiento. Al contrario, el país iba en un proceso de desendeudamiento hasta llegar a un nivel de endeudamiento sobre PBI de los más bajos del mundo (alrededor del 27% de deuda sobre PBI, según recuerdo). Pero eso justamente es lo que el FMI no quiere, porque cuanto más desendeudado está el país, más libertad de acción tiene para decidir su política económica. Por eso ahora es la gran pelea con el FMI: que no nos vengan a revisar. A partir de que estamos en una situación de impago, la renegociación la dan para que podamos pagar, pero con visitas periódicas para venir a comprobar en dónde invertimos. Entonces, ésta es la clave: el desendeudamiento del país.

En lo que fallaron, para mí, que yo lo planteaba en las pocas oportunidades que tenía para dialogar, fue que durante la mitad del periodo de gobierno, la tarifa energética, que es el precio de la energía, prácticamente no valía nada. Ahí se cayó en una trampa. Uno le preguntaba a un usuario de energía eléctrica cuánto pagaba por kilovatio en su casa y no sabía, o cuánto pagaba por la factura y no se sabía, no tenía valor. Eso produjo un exceso de consumo de energía: por un lado, había hogares donde había tres aires acondicionados simultáneamente prendidos. ¿Por qué? Porque no valía nada. Entonces no se cuida, y produjo, también, además de un exceso de consumo per cápita, un desbalance justamente en lo que decía: teníamos que importar energía (gas y gasoil). Eso nos produjo un rojo en la balanza comercial que afectó las reservas.

Entonces, hubo actividades especulativas, corridas del dólar, y atrás de eso vino la inflación, que le produjo al gobierno de Cristina pérdida de credibilidad y adhesión. Allá por 2011-2012 aparece simultáneamente un rojo en la balanza y una moderada inflación. Eso nos quitó apoyo en parte de la sociedad que ve a la inflación como el enemigo mayor de cada hogar. Y eso que era un proceso inflacionario en torno al 1.5/2% mensual, o sea, del 20/22% anual. Ahora tenemos una inflación del 50% anual. Esta es una falla para mí importante. No se segmentó el consumo energético. Recién ahora se está haciendo, con una demora de diez años. Yo lo planteaba ya para hacer en 2010-2011. Digamos que el subsidio tarifario tiene que ir a los sectores que realmente no lo pueden pagar, porque están en una situación laboral muy precaria, no tienen trabajo o el trabajo no les alcanza. Ahí tiene que ir el subsidio, no a los demás sectores. Eso nos costó caro, por lo que dije: rojo en la balanza de pagos, falta de dólares para cumplir compromisos, restricciones para comprar dólares, que también nos provoca, en una sociedad muy polarizada, rechazos por parte de la clase media y la clase trabajadora con nivel de ingreso alto. Así y todo, se perdió por dos puntos nada más. Hubo un acompañamiento de casi el 50% de la sociedad en 2015.

APU: ¿Cómo ve lo que sucedió en la etapa posterior?

GF: Se produjo el regreso de las políticas neoliberales: salvajes, llamémosle, porque pasamos de una gran contención social durante doce años y medio al neoliberalismo puro y duro, que yo sintetizo en tres etapas. Así como el neoliberalismo del golpe de 1976 vino acompañado de un golpe militar y de la violencia de un genocidio (porque saben que para aplicar esos planes de ajuste, quita de derechos, desindustrialización, persecución a la oposición, procesamiento, detenciones, desaparecidos, exilio, necesitaban una violencia muy fuerte), Macri también sabía que necesitaba lo mismo. Quería aplicar ese plan neoliberal sobre la base de una experiencia exitosa de doce años de gobierno que terminaron con Cristina yéndose con medio millón de personas en la plaza el 9 de diciembre de 2015, y para eso necesitaba represión.¿Y cómo lo hizo? Con lawfare, que es usar la justicia para perseguir opositores. El neoliberalismo se apoyó fuertemente en el poder judicial para perseguir, asustar, meter miedo y encauzar. Inmediatamente, ya antes de asumir, tenían listas negras, los Tribunales de Comodoro Py pasaron a ser un grupo de tareas como la ESMA del ‘76. Es decir, a armar causas para perseguir a funcionarios, opositores, empresarios también, para robarles las empresas. Y también, por supuesto, el acompañamiento de los medios que generaron la desmemoria o el olvido de lo que habían vivido durante doce años y que generaron un blindaje para apoyar el lawfare y los planes neoliberales.

Así de simple se explica eso que aplicó Macri, que originó un cierre de empresas (particularmente pymes), una liberación brutal y dolarización de las tarifas, apertura indiscriminada del comercio exterior y endeudamiento, que es la cuarta pata que sostiene un plan así. El endeudamiento, primero local, con las Leliqs a tasas disparatadas (hacia 2016-2017), y cuando explotó ese esquema en abril-mayo de 2018 y no se pudo acceder a otro financiamiento, ya tenían planificada la etapa superior del endeudamiento, que es ir al FMI, con todas las consecuencias que conocemos. Un crédito político, que era más de lo que necesitábamos, 57 mil millones de dólares, impagable, ¿para qué? Para tenernos sometidos.

APU: ¿Y cómo ve al actual gobierno?

GF: ¿Cómo asume este gobierno popular? Muy condicionado. Ese poder judicial que procesó a ex funcionarios kirchneristas, también condicionó al nuevo gobierno. Porque la líder principal y muchísimos funcionarios, empresarios opositores y sindicalistas también tienen causa judicial, y han perdido derechos, se ha inhibido a algunos para formar parte de algo público o para hacer actividad política, condicionando al nuevo gobierno con la deuda impagable del FMI, la deuda con los bonistas. Condicionado también por los medios que apoyaron al neoliberalismo, y por el FMI y por las causas judiciales. Porque el lawfare continúa: el poder judicial está cabalmente alineado con el establishment global y sigue alineado con la Embajada de Estados Unidos, con los planes neoliberales de que no tengamos ni siquiera superávit comercial, ni obviamente desarrollo industrial. A Estados Unidos y a Europa no les interesa eso, porque quieren ser ellos los proveedores de todos esos equipamientos industriales. Entonces, con el FMI nos controlan.

Muy condicionado nace este gobierno. Recién sobre el final, cuando ve que no puede lograr otra cosa en la negociación con el Fondo (que es la clave central de todo eso, porque de las finanzas nacen las libertades), al no poder negociar un acuerdo que le permita justamente crecimiento, desarrollo, industrialización, etc., recién ahí, en diciembre del 2021, el gobierno da un giro en su política exterior y viaja a Moscú para tener reuniones con Putin y a China para adherir a la Ruta de la Seda, de modo que el país pueda recibir inversiones en infraestructura, en dólares, para poder salir de esta trampa que es el FMI y tener crecimiento, empleo, baja de la pobreza, etc. Todo esto está en desarrollo y muy limitado, porque el FMI y Estados Unidos imponen vetos al gobierno argentino acerca de dónde vienen las inversiones y a dónde se pueden destinar esas inversiones.

Esto lo vengo sosteniendo desde que estuve detenido. Nosotros llegamos, hacia finales del gobierno de Macri, al nivel más alto de destrucción del aparato productivo argentino, el nivel de mayor pobreza, pasamos de tener el salario promedio más alto de la región al más bajo, un desempleo altísimo y una incapacidad de nuestra clase media, de nuestros trabajadores, para acceder a ingresos con capacidad adquisitiva. Una brutal decisión ha sido el final de esa etapa neoliberal, donde quedó demostrado cuáles son los planes que tienen las empresas del establishment y/o las empresas extranjeras en relación a la Argentina. Con el lawfare, al perseguir a una gran cantidad de empresarios argentinos, venían a comprar a dos pesos empresas argentinas de larga trayectoria, como nos pasó a nosotros. Entonces aquí se abre una nueva etapa, para mí, la de Macri fue la última intentona de domesticar al Estado argentino, que tuvo como consecuencia una derrota electoral, pero quedó con un apoyo del 40% de la población, no es poco para ser un plan tan salvaje.

APU: Siguiendo esta veta geopolítica que introducía, ¿qué estrategia cree que podría asumir la Argentina en este mundo crecientemente multipolar en el que nos encontramos? ¿Qué papel podrían jugar ahí empresas nacionales, sean públicas o privadas?

GF: Argentina tiene que vincularse con los Estados que nos ofrecen inversiones, sobre todo en infraestructura: vienen los dólares, se construye la infraestructura y quedan acá para siempre. No con Estados que nos ofrecen inversión financiera y especulativa. Por ejemplo, ahora se va a construir un nuevo tramo de gasoducto -se llamará Néstor Kirchner- de gran porte que tiene capacidad para abastecer lo que todavía nos falta del mercado local y capacidad para exportar y generar divisas. Ésas son las inversiones a considerar. O la nueva central nuclear: generar energía aquí. Viene China a financiar el proyecto, en dólares, para que se construya la central nuclear, con transferencia en tecnología, de modo que el combustible, que es el uranio enriquecido, se pueda fabricar acá y ser energía soberana, porque el combustible lo fabricamos acá, no lo importamos. También es energía que no contamina el ambiente, no contribuye al calentamiento global y genera un proceso de industrialización muy importante, porque tanto la fabricación del uranio enriquecido o la propia central da origen a que muchas industrias pymes se rehabiliten en el país para proveer todos los insumos que se necesitan.

Lo mismo pasa con los gasoductos: es infraestructura que queda para transportar energía, se puede fabricar en el país, lo que no se fabrica se importará, pero se utilizan las capacidades de Vaca Muerta, que hoy ya está generando más de lo que puede transportarse o usarse. Entonces se utilizan capacidades del país. También China está interesada en terminar el proyecto de represas. Ahora está suspendido el financiamiento, precisamente porque a Macri no le interesaba ese proyecto y lo paró (tanto la obra como el financiamiento). Con este gobierno, al adherir a la Ruta de la Seda, también se acordó completar el financiamiento de las represas, ponerlsa en marcha y producir la adenda del contrato de financiamiento. También es para energía soberana, porque es la energía del agua producto de los deshielos del lado argentino. Ésas son decisiones del Estado argentino: hacer la central nuclear, construir los gasoductos, construir centrales hidroeléctricas, aumentar la explotación del litio y construir aquí la fabricación de baterías, que son los motores eléctricos que van a abastecer al mercado local de vehículos eléctricos y al mercado internacional.

Estos son los vectores que se pueden desarrollar, pero solo los Estados están interesados en realizar esas inversiones. Entonces, lo que yo impulso son asociaciones Estado-Estado. O sea, NASA, que es del Estado, que se asocie con CNNC, que es la empresa estatal china para el área nuclear. Y que IEASA (ex ENARSA), que es la empresa energética argentina que va a construir los gasoductos, se asocie para producir (sea para construir más gasoductos o plantas de gas natural licuado) con la Federación Rusa, que tiene la tecnología de pasar gas natural a licuado, que es hoy un bien muy escaso en el mundo: las plantas de compresión de gas. Eso solo se va a producir si el Estado argentino toma la decisión de asociarse con los Estados que están dispuestos a invertir: pueden ser Rusia, China o India. También hay Estados árabes que tienen intenciones de invertir (en ese caso, para acueductos, por ejemplo, o de infraestructura de acceso y transporte del agua).

Estos son los vectores principales de desarrollo y de las políticas de Estado para la inversión. El FMI no financia obras de infraestructura, al contrario: financió la fuga. Acá entraron 45 mil millones de dólares y se fugaron 45.300. O sea, eso es para el club de amigos. Lo que yo impulso son políticas de inversión en infraestructura con Estados que están dispuestos a hacerlo, no con bancos y/o el FMI.

APU: Con la actual composición empresarial, ¿cómo podría entablarse una articulación virtuosa entre Estado y empresarios para un proyecto de desarrollo nacional? ¿Qué lugar piensa que debería tener la asociación público-privada? ¿Y el Estado empresario y/o emprendedor?

GF: Yo creo que la causa de las fotocopias de los cuadernos, que fue parte del lawfare, mostró la poca conciencia nacional que hay en el empresariado argentino. Porque quedó claro que todas las empresas, no solo Electroingeniería u otra, sino todas las empresas argentinas crecieron, duplicaron y hasta triplicaron su patrimonio durante los doce años kirchneristas. Crecieron, les fue bien, tuvieron rentabilidades importantes, superaron etapas tecnológicas, adquirieron tecnología, se expandieron hacia el exterior, y sin embargo, cuando llegó la hora de verdad del lawfare, muchos claudicaron. La gran mayoría prefirió renegar de un gobierno que había propiciado todo ese crecimiento de Argentina sin endeudarse.

A pesar de las políticas virtuosas del kirchnerismo (compre argentino, industrialización, crecimiento de la infraestructura y del mercado interno, etc.), gran parte del empresariado argentino prefirió acusar al gobierno, renegar de esas políticas de Estado. Por ello, yo llegué a la comprensión, a raíz de que fuímos muy pocos los que decidimos no arrepentirnos (cuatro o cinco nada más), que el empresariado argentino prefiere que le vaya mal pero que el trabajador tenga menos derechos. No sé si me explico. Es grave lo que estoy diciendo: prefiere tener menos crecimiento, pero que el sindicato esté domesticado, que no haya paritarias. Una cosa que le molesta son los derechos laborales: a la indemnización, a la paritaria, a las vacaciones, a recomponer el poder adquisitivo, la lucha salarial les molesta.

Entonces, en definitiva, el rol que debe tener el privado es el de acompañar las políticas de Estado. Creo que hay sectores de la economía que tienen que estar en manos de privados. Hay sectores tienen que estar en manos estatales, como los temas energéticos que mencionaba (centrales nucleares, represas hidroeléctricas, etc.). Y hay sectores donde tiene que haber empresas mixtas que las gestionen. Por ejemplo, en el área de las distribuidoras de energía eléctrica, gas o agua. Ahí sí puede haber una combinación virtuosa entre el Estado y el privado. Pero el Estado tiene que ser siempre el regulador de la economía, porque el privado no tiene límite en la aspiración de utilidades. Lo vimos cuando liberaron las tarifas: en manos de los privados se volvieron impagables las tarifas con la dolarización de Macri. Nosotros mismos, cuando participamos de Transener, la transportista de energía, durante diez años, co-gestionamos, co-lideramos la empresa conjuntamente con el Estado y fue una experiencia virtuosa, porque la red se expandió y nunca, en esos diez años, hubo desabastecimiento energético por responsabilidad de la transportista. Entonces, las sociedades mixtas son también un modelo de gestión.

APU: Por último, ¿cómo cree que se puede modificar esa mentalidad empresaria antinacional (o antipopular, como usted señalaba)? ¿Cree que existe esa burguesía nacional que el kirchnerismo trató de emplazar?

GF: Cuando el Estado está solo manejando todas las cuestiones estratégicas se burocratiza. Si el Estado no tiene un control, no tiene un incentivo, incluso de la rentabilidad, se vuelven empresas que no tienen un fin claro y se burocratizan. Hay una falta de incorporación de tecnología, como pasaba en la época de Alfonsín con los teléfonos. Se cargan demasiado de empleados, porque no se percibe bien si sobran o faltan, porque al final todas las empresas dan pérdida y no se mide el valor agregado que cada empleado le pone a la empresa, si es 100% estatal. Después pasamos a la época del menemismo donde pasamos al otro extremo: se privatizó hasta el agua.

En definitiva, hay actividades que no pueden estar sólo en manos del Estado sin que haya un control o una participación privada, y hay actividades en que sí deben ser privadas, pero con control y planificación del Estado. Es un equilibrio que no es fácil de lograr, pero muchos países lo han logrado. Por caso, la República Popular China. No es una economía de mercado, ellos dicen que es una economía hacia el socialismo con características chinas y control del Estado. Hay ejemplos exitosos en el mundo de empresas privadas, con control del Estado, empresas mixtas y empresas estatales. El Estado cumple un rol muy importante en cada una de ellas. Entonces, hay que saber buscarle un punto medio y el rol a cada una.

El empresariado argentino demostró que tiene poca pasión por la industrialización del país y una tendencia a la fuga de divisas. O sea, tiene la mentalidad dolarizada y busca siempre la rentabilidad en dólares para después fugar. Argentina, por las capacidades que tiene, debe ser el país más fugador del planeta. Tiene un PBI completo fugado al exterior. No hay ninguna empresa o familia que pueda desarrollarse si todo lo que produce lo fuga. El Estado tampoco. No hay país que resista esa situación social.

Fuente: Agencia Paco Urondo

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