Argentina puede activar el swap con China: Cuáles son las condiciones para hacerlo

Alberto Fernández sólo podrá contar con el tramo del préstamo que corresponde al período de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Es buen dinero de todas maneras, ya que alcanza a unos u$s11.000 millones. Pero hay dos exigencias.

Economía 28 de octubre de 2020 Colaborador Colaborador
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Argentina podrá utilizar todo o parte de los u$s18.600 millones del swap chino que permanecen en las reservas, pero con condiciones que lo complican. Como primera definición, y por cuestiones "de contrato", Alberto Fernández sólo podrá contar con el tramo del préstamo que corresponde al período de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El buen dinero de todas maneras, ya que alcanza a unos u$s11.000 millones, y sobraría para llevar tranquilidad al mercado financiero argentino; al menos hasta marzo cuando deberían llegar a las arcas públicas el pago correspondiente a las liquidaciones del campo del ejercicio 2021. Y a tiempo como para que el azote de la pandemia ya comience a aflojar al ritmo de la tan esperada vacuna. Sin embargo, otro problema para poder ejecutar el préstamo es otra exigencia que llega desde China.
 
Xi Jinping, en su conversación del 29 de septiembre con Alberto Fernández, fue claro y directo y le habilitó el uso de ese dinero para sostener la economía argentina. Sin embargo, cuando los técnicos de los dos países iniciaron las negociaciones para ver como se instrumentaría la potencial ayuda; comenzaron los problemas. China exige, como condición indispensable, que el tipo de cambio sea de pesos a yuanes, sin pasar por el dólar. O, eventualmente euros, pero en una cantidad mínima. El Banco Central de la República de China dejó en claro que quiere cuidar su moneda, y que no quiere operaciones que muestren una subordinación de la moneda china a la norteamericana. Menos que en el mercado cambiario se demuestre la verdadera cotización del yuan contra el dólar, al menos para el mundo occidental. Para el gobierno chino este punto es clave: su moneda está más que intervenida, y con mecanismos de relojería para que nunca se conozca seriamente y con certeza cuál sería la comparación real contra el dólar. Más en tiempos de guerra dialéctica y monetaria entre Xi Jinping y el gobierno de Donald Trump.

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Argentina estaría obligada entonces a no poder convertir de manera automática los yuanes de las reservas en dólares. Debería optar por dos caminos: una triangulación a través de los mercados internacionales autorizados por China o concentrarse en el mercado comercial con el país oriental. El primer caso es algo riesgoso y financieramente ruinoso, ya que demandaría altos costos y determinaría pérdidas millonarias en el nivel de reservas. El segundo es más viable, pero dependerá de la buena voluntad de los privados que realizan el comercio exterior entre el país con China. En el caso de los exportadores, caería nuevamente el Gobierno en hablar con los brookers sojeros y cerealeros, que tienen casi el monopolio de la venta de commodities (especialmente soja) de la Argentina a China. En el caso de los importadores, estaríamos hablando de miles de millones de dólares en partes, insumos, maquinaria y productos finales que el país compra a China. También podría el Gobierno pensar en una tercer opción: pedir una especie de crédito internacional en dólares, sobre la base del comercio exterior argentino con China; una operación posible, habitual en los grandes mercados internacionales, pero que dependerá del grado de confianza que el país logre en los bancos más importantes del mercado de capitales internacional para que se puedan hacer cargo de la transacción. El volumen de comercio con China es alto. Según las últimas cifras disponibles, en los primeros ocho meses del año se exportó al mercado oriental por unos u$s4.016 millones y se importó por u$s5.049 millones; con un saldo negativo de u$s1.033 millones.

Sería la manera de aprovechar la oferta generosa de Xi Jinping a Alberto Fernández. El presidente de la República Popular China le había dado la vía libre para el uso del swap; incluso liberando su renovación automática si a 12 meses de su habilitación, Argentina no puede cumplir con su pago.

Con esta novedad transmitida por Xi Jinping, dependerá del Gobierno si se habilita o no; y el monto de dicha ejecución. Si se sigue la teoría del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, su uso se dará sólo ante una necesidad extrema; y con la certeza que el mercado cambiario entenderá que se aplica ante la llegada próxima de buenas noticias que ameriten tomar esa decisión. De otra manera, entienden en el gabinete económico, disponer de todo o parte del depósito por unos u$s18.600 millones para controlar el mercado del dólar, agudizaría la crisis, alentando un “golpe financiero destituyente del mercado especulador”.

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Están en el recuerdo aquellos tiempos de septiembre de 2018; cuando, hace ya dos años, Luis Caputo terminaba su faena como presidente del Banco Central, luego de haber hecho uso de unos u$s2.500 dólares provenientes el “Stand By” firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para intentar contener el dólar. El 24 de septiembre Caputo renunció, luego de haber gastado ese dinero sin obtener logros importantes en cuanto al control del mercado cambiario; habiendo usado además la “bala de plata” de la posibilidad de usar dólares del acuerdo con el Fondo para estabilizar la plaza cambiaria. Luego de esa situación, para el gobierno de Macri todo fue cuesta abajo hasta las fatídicas PASO de agosto de 2019.

 En algún momento de las últimas semanas, entre el BCRA y el gabinete económico se analizó la posibilidad de aplicar parte de ese dinero chino para aumentar las reservas líquidas, cercanas a los u$s7.000 millones. La idea era llevar ese dinero a un nivel superior a los u$s10.000 millones, y a partir de ahí comenzar a ejecutar política restrictiva para el acceso al dólar ahorro. Pero con una posición más de fuerza ante el mercado. Se pensó que ese dinero, más la aplicación de la estrategia de intervención desde el BCRA y la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) a través de la colocación de los dólares provenientes de eventuales ventas de los globales 2035; le deberían garantizar al estado un poder de fuego lo suficientemente fuerte como para disciplinar cualquier intento de alta especulación. Sin embargo la alternativa se archivó.

Un “swap” es un mecanismo por el cual Argentina y China se comprometen a habilitar eventualmente el cambio de divisas, sin la intervención de terceras monedas; en este caso, el dólar. El aporte de capital lo hace el Banco Central de China, bajo la certeza de que los yuanes originales serán eventualmente utilizados. Mientras tanto, hasta que se ejecute el cambio, quedan como libre disponibilidad del depositante. En este caso, el BCRA. El primer acuerdo de este tipo fue firmado en 2009 durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el récord del 15% del PBI. En total aquel acuerdo cerrado fue por unos u$s10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo. Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir uno del otro y que luego deberían ser repagados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios. Se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral. O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominados en la moneda norteamericana. El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos u$s3.800 millones, transferidos en el último trimestre de ese año. La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner que la constructora china Gezouba había ganado en licitación en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería. El acuerdo total fue por unos u$s11.000 millones, en liquidaciones sucesivas dependientes del avance de las obras. Este sería el dinero que, en caso de fuerza mayor, podría utilizar el gobierno de Alberto Fernández para tener más armas en su guerra contra la política cambiaria.

Fuente: Ámbito

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