Cuando en junio de 2019 el empresario cordobés Gerardo Ferreyra abandonó el penal de Ezeiza, había cumplido una década en las cárceles argentinas: nueve años durante la dictadura militar, por integrar el Partido Revolucionario de los Trabajadores con la ilusión de destruir al capitalismo; y uno en las postimerías del gobierno cambiemita, por participar en el renacimiento del peronismo del Siglo XXI.
Casi dos años y una pandemia después, el dueño del veinte por ciento del paquete accionario de Eletroingeniería SA asiste todos los días a su despacho en el microcentro porteño e intenta relanzar las obras de infraestructura paralizadas durante el gobierno de su colega Mauricio Macri: “Con la nueva administración de los Fernández, y a pesar de la pandemia, volvimos a poner en marcha el principal contrato que son las represas y tres interconexiones de 500 kilovoltios. Ahora nos falta la central termoeléctrica Manuel Belgrano II, una usina de 830 megavatios y 1300 millones de dólares, donde estamos en etapa de adecuación del financiamiento. Y luego nos quedaría pendiente relanzar el Río Subterráneo Sur para AySA. Estas dos últimas obras también financiadas por China, específicamente por el Exim Bank”.
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